Revista Opinión

El pacto tácito de los medios contra la democracia en Cuba y el tema de los “prisioneros políticos”

Publicado el 17 septiembre 2011 por Norelys @norelysmorales
El pacto tácito de los medios contra la democracia en Cuba y el tema de los “prisioneros políticos” Norelys Morales Aguilera.- La Revolución Tecnológica ha permitido concentrar el poder en los grandes grupos económicos y devino en menos democracia. Dichos grupos que controlan a los monopolios mediáticos acceden a la tecnología que es costosa, y de facto dejan sin acceso a fuerzas populares y democráticas.
Obviamente el resultado se instala en los contenidos y aparece una imposición de los medios devenidos según muchos teóricos, de variado corte, en partidos políticos de la derecha, que reaccionan con una rapidez inusitada, acorde con la tecnología que manejan y sus propósitos ideológicos.
Un ejemplo revelador ha sido la evolución de las filtraciones de WikiLeaks, que en el momento en que dejó de ser exclusiva la información de los cinco elegidos: El País, The Guardian, The New York Times, Le Monde y Der Spiegel, primero protestaron y luego silenciaron la información que tenían en sus manos y censuraron.
Ejemplos hay muchos, pero el caso cubano resulta paradigmático de ese pacto tácito y manipulador o censurador si hace falta. Las filtraciones ponen ante el lector la financiación del gobierno norteamericano a los supuestos disidentes, pugnas por el protagonismo y el dinero, el reparto de los fondos y las mentiras mediáticas respecto a la bloguera cubana cuya entrevista a Obama fue respondida en la Oficina de Intereses en La Habana, entre otros “secretos” que disponían en sus archivos.
Sin embargo, más sale a la luz. Hay un círculo vicioso entre la voluntad de Washington respecto a imponer su modelo en la Isla y las informaciones que complacen este objetivo de los subsidiados con el dinero proveniente del presupuesto público norteamericano: 20 millones solo en 2011.
Otro tema, donde los medios como partido político de la derecha y del capital, responden al unísono y sin variantes, es respecto a los llamados presos políticos en Cuba. Si se hace una búsqueda sobre lo publicado en este tópico el balance para la democracia en la Isla sería funesto y eso es lo que se busca. No importa que el gobierno cubano liberara unilateralmente a decenas.
Personajes de dudosa catadura moral como Elizardo Sánchez, Osvaldo Payá, Guillermo Fariñas o Martha Beatriz Roque alimentan a los medios corporativos. El primero proporciona mensualmente un listado fraudulento, probado este mes de agosto cuando incluyó futbolistas bolivianos y un pintor del siglo XVIII en lista de “presos políticos” en Cuba.
El Twitter insidioso de Yoani Sánchez y otros no deja de funcionar al respecto sabiendo que esos medios corporativos emplearán el maltratado concepto de “periodismo ciudadano” bajo el mismo precepto de la no igualdad tecnológica y en nombre del espectáculo en que hoy se basa ampliamente la producción de noticias haciendo dejación de valores consagrados como la comprobación de hechos.
Golpizas mediáticas, abandono en las prisiones, mala alimentación para los reclusos, empleo de gases lacrimógenos y golpizas son la constante en los grandes medios que han llegado hasta el absurdo de poner por policías cubanos a represores hondureños o tomar como fidedignas declaraciones de mitómanos consumados de la Isla.
Quien visite una cárcel en Cuba podrá comprobar el tratamiento humanista y de respeto a la dignidad, como corresponde a un sistema creado para dejar detrás el régimen carcelario de la dictadura de Fulgencio Batista que torturó y ejecutó, como sí hay pruebas y represores que han vivido en Estados Unidos durante años sin ser molestados.
La legislación vigente en las cárceles cubanas prohíbe el empleo de castigos corporales, tratos crueles, inhumanos o degradantes y la reducción de la alimentación, así como la aplicación de cadenas, grilletes o camisas de fuerza.
No se les puede pedir a los mercenarios cubanos que no mientan porque perderían su razón de existir, ni a los apoyadores de los mismos, pero que lo hagan también los medios es cuando menos, una aberración.

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