Revista Opinión

El padre de Leonor y el Toisón de Oro

Publicado el 31 enero 2018 por Monetarius
El padre de Leonor y el Toisón de OroEl padre de Leonor y el Toisón de Oro

A la España salida de la dictadura, el cuento de la monarquía le ayudaban a soñar. El saqueo del franquismo dejó a España pobre, menesterosa, postrada y obligada a soñar a través del bienestar de los ricos y famosos. Las bodas de los reyes siempre ayudan a imaginar la boda que no tienes. Y sin generar envidia, porque nadie de tu entorno nunca podrá ser ni rey ni reina. La monarquía, como régimen político, es un juego de prestidigitación y de engaño. Tiene que enmascarar privilegios escondidos en algo tan vulgar como la mera unión de un óvulo y un espermatozoide. Por esa mentira de origen, la cortes siempre han estado llenas de santeros, trileros, aventureros, vividores y jefes de protocolo. En el Moscú de Rasputin, en la Marbella de Gil y Gil o en la Mallorca de Jaume Matas prosperaron todo tipo de aristócratas, pícaros y ladrones. Muchos, claro, condecorados. ¿Por qué se le abrieron tantas puertas a Urdangarín?

Los 50 años de Felipe VI han activado los procedimientos. En la Casa Real ya han empezado con el teatro sucesorio. El rey Felipe VI le va a regalar un collar de 50.000 euros a una niña de 12 años. Para que vaya acostumbrándose a la carga del poder. El collar perteneció a Juan de Borbón. El rey Juan Carlos se llama Juan Carlos y no Juan para que Juan de Borbón no fuera Juan IV y Juan Carlos Juan III. Cosas de Franco, que prefería al hijo. El abuelo estaba convencido de que el hijo iba a ceder el trono al padre. Pero eso de ser rey debe de tener su atracción. Padre e hijo se llevaron siempre mal. Ahora pretenden que un Toisón legado de bisabuelo a bisnieta obre el milagro del amor.

El Toisón de Oro no es una condecoración de Estado, sino una distinción privada de la Casa de Borbón. O sea, es un gesto privado donde no opinamos nada los españoles ni nuestros representantes. Es como cuando Juan Carlos I en un acto privado nombró a Felipe VI Capitán General y jefe de las fuerzas armadas. Los Borbones deciden y nosotros pagamos el Real Decreto

Los Borbones regresaron a España porque Franco, con ayuda de Hitler y Mussolini, ganó la guerra del 36. Crió al rey emérito en sus pechos y en 1969 lo nombró su sucesor a título de Rey. Juan Carlos, después de lo de Botswana, tampoco quería abdicar, y le convenció Felipe González, muy fan de Davos. Felipe VI acaba de fotografiarse en Davos con Pablo Casado, que acaba de leer el Padrino y le ha dicho al Presidente del Parlament catalán que cuidado que tiene dos hijos. Alguno incluso tendrá la edad de Leonor. ¿Nadie va a hacer nada? Una frase mafiosa de un partido que se ha financiado de manera mafiosa. El Rey no ha dicho ni pío. Luego, Casado, que cada día se supera a sí mismo, ha acusado a Manuela Carmena de apoyar el Holocausto. El Rey tapoco ha dicho ni pío.

El Toisón premia los ideales caballerescos. Felipe VI es rey por algo tan poco caballeresco como haberse colado por delante de sus hermanas Elena y Cristina. Su padre tampoco demostró un enorme respeto por las mujeres. Su biografía está llena de comportamientos que encajan mal con los discursos familiares de los 24 de diciembre. El artículo 14 dice que los españoles somos iguales ante la ley. Salvo la Casa Real, y dentro de la Casa Real, tampoco las mujeres, pues aunque seas mayor en edad, se te cuela el varón y todos sus privilegios.

Poniéndole a una niña un collar de 50.000 euros pretenden que nos ceguemos por el brillo, hagamos como nuestras abuelas y con sonrisa bobalicona aplaudamos. Yo aplaudiría un cambio en la Constitución que terminara con ese machismo de la Corona. Pero veo las grandes empresas que felicitan al Rey en su 50 cumpleaños y veo que hay cosas atadas y bien atadas. A la ceremonia está invitado Solana, que nos metió en la OTAN, bombardeó Yugoslavia y también tiene el Toisón de oro. Ellos sabrán por qué. ¿ Invitarán también a López Madrid, el compiyogui de los reyes, imputado por las black y la Púnica y que también estuvo en Davos? ¿Habrá fiesta? Y como diría Bertold Brecht ¿quién lavará los platos?

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