Revista Opinión

El Padre Nuestro Masónico

Publicado el 06 abril 2016 por Habitalia

Padre Nuestro:

Tú que estás sobre todas y en todas las cosas,

!Antes que sus causas y tras sus efectos,

!En un Infinito que lo abarca todo!

Lo uno y lo diverso.

Padre Nuestro que estás inmanente en el Todo:

Arriba y abajo; muy alto en el cenit,!

Muy bajo en la hondura, bajo nuestro suelo,!

Aunque el hombre te adore en la altura,

cuando ignora que en ella navega "su mundo";

que estamos flotando en el cielo.

Cada cual santifica Tu Nombre

Según su potencia de conocimiento:

Según lo que alcanza

Con la inteligencia o con el sentimiento,

!Poderes benditos que nos van acercando al Misterio

tras el cual te escondes mientras progresamos

en la ruta infinita del tiempo¡

Sea venido a nosotros Tu Reino:

Por estar en él "somos"; en él "existimos",

bajo todas las formas de vida que tú has deparado,

en cadena sin fin de experiencias,

anhelos, herencias y cambios de estado;

Juez omnipotente

de causas primeras y causas finales,

¡contingencias de libre albedrio

en circuitos de leyes fatales!

Fluir aparente de luces y sombras,

de bienes y males,

siempre relativos

y convencionales,

¡pero que nos ligan a lo trascendente!

Así yo concibo Tu Reino

con mil horizontes, moradas y planos;

reinando por todo tus leyes,

creándolo todo Tus manos;

siendo Tú el venero

de lo Bueno, lo Bello y lo Justo,

que es lo Verdadero.

Y así se encadena

tomando sentido moral y fecundo

la vida terrena:

"Estar en el mundo

de tres dimensiones"

donde nos acucian oscuros problemas,

y grandes miserias y bajas pasiones,

para "ser" más allá de ese mundo;

en el otro reino que viene o que espera,

en el cual la vida sigue mansamente

su eterna carrera.

Hecha está Tu Voluntad,

así en la Tierra como en el Cielo:

Por doquier asoma,

por doquier la vemos,

cuando alumbran buscando el arcano

las luces inquietas del entendimiento.

El pan nuestro nos distes por siempre,

Providente y Bueno,

antes que naciera en el "homo sapiens"

y en la bestia humilde

el imperativo de hacer que comerlo.

Mas, aunque lo diste con pródiga mano,

has determinado, para que fuera "nuestro",

que cada uno gane, con trabajo propio,

pan para su alma y pan que nutra el cuerpo.

Yo sé que a tus ojos

están perdonadas mis deudas;

que todas mis culpas

no son más que formas de yerro:

ignorancias que iré cancelando

amando y sufriendo,

mientras subo la escalera gloriosa

del "semper ascendens";

la ruta bendita de luz y progreso

donde sacrificas a todos los seres

que pueblan los mundos

que van por los cielos.

!Y en ese camino,

donde se proyecta todo mi futuro,

y está mi pasado y vive lo eterno,

cuanto más alcanzo,

más te entiendo,

tanto más perdono las ajenas deudas,

tanto más disculpo el error ajeno.

!Déjarne caer en tentación de pecados,

que pueda medirlos mi discemimiento;

que al librarse de ellos,

por mi propio motivo y esfuerzo,

podré demostrar ante mi y ante todo otro ser,

que, al orar,

he sabido sentir, meditar y querer;

que dentro de mí

hay un ente que "sabe creer".

Haz que mis hermanes mayores

me libren del mal

cuando yo no pueda valerme y vencerme.

!Seres de otro plano, entes de otro cielo,

que, obrando en Tu nombre,

puedan influir en las cosas del suelo.

¡Sef\or! que me ayuden.

Yo a mi vez prometo

en plan solidario,

auxiliar a aquellos que lo necesiten,

mientras pueda prestarles

mi brazo o mi mente, ayuda o consejo.

¡Sea así! Que se cumpla Tu ley,

Sempiterno instrumento del bien;

la que da a cada

uno lo suyo,

conforme a sus obras y según su grado,

por siglos de siglos, ¡Amén!

Autor: Eduardo Anaya Mena, Maestro Masón, simbólico Asmara, Penal de Burgos, 1941.

Fuente: Eduardo Alfonso, La masonería española en presidio, Barcelona, 1983, pp. 30-31.


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