¿De qué va?
En la última entrega de la trilogía de 'El Padrino', un envejecido Michael Corleone busca legitimar los intereses de su familia y alejarse de los bajos fondos, la violencia y el crimen. Mientras que él intenta vincular las finanzas del Clan Corleone con el Vaticano, tiene que hacer frente a las maquinaciones de un gángster que ansía su poder tratando de alterar el orden mafioso existente.
La crítica
Tras unos años de astracanadas como 'Corazonada', 'Peggy Sue se casó', 'Jardines de piedra' o 'Tucker', era normal que Coppola fuera absorbido por sí mismo. Su afán de superar todas las expectativas con cada film quedaban atrás. 'La ley de la calle', 'Cotton Club' o 'Rebeldes' fueron buenas películas que quedaron lapidadas con los excesos de las anteriores mencionadas. Un ego descomunal junto a una carrera que se inmolaba con cada trabajo hicieron que la gran sombra de Coppola fuera sinónimo de locura. Paramount llevaba casi 15 años tratando de resucitar el milagro de 'El padrino', siempre que Francis no estuviera en el proyecto. Las prisas del estudio se unieron a la desesperación del director, que saturado de problemas económicos, aceptó escribir, producir y dirigir la tercera parte con un margen de seis meses. Las decenas de guiones que pasaron por sus manos eran cada vez más descabellados. Decidió concluir la saga de una manera abrupta. Poco tiempo y desesperación, dos elementos que conducen al suicidio cinematográfico.
Profanar del modo que lo hizo a su propia obra, sólo se puede entender desde un punto de vista de lastimosa incapacidad. Una saga tan colosal como ya era la vida de los Corleone se merecía un enfoque, un desarrollo y un tratamiento mucho más dedicado que el demostrado por parte del estudio, pero sobre todo, por parte de su creador. Mario Puzo puso todo su empeño en intentar levantar el coloso proyecto de revivir su mejor novela. Con elementos que tenía para un próximo trabajo ('Los Borgia') insufló algo de vida a la trama que presenta esta tercera parte. Es lo único salvable de este gigantesco despropósito. Lanzar cabos hacia la conexión Mafia-Vaticano fue el mejor argumento que pasea por el film.
La mala idea de perseverar en otro personaje, Vincent (Andy García), la sensación de que un nuevo padrino se levantará tras Michael Corleone, no hace sino menoscabar toda la genialidad de las anteriores partes. No existe por ningún lugar la fuerza visual y la consistencia que los dos capítulos anteriores transmitían. Carece del pulso que hizo célebres a sus antecesoras, se pierde en fastuosas puestas de escena que disminuyen la trama. Unos personajes sin brillo o magnetismo que encandilen al público. Sólo Al Pacino parece mantener el tipo entre tanta mediocridad. No quiero verter más sangre sobre la horrible, chabacana y vulgar interpretación de Sofía Coppola. Ni Bob Esponja lo hubiera hecho peor. Visto el resultado, más le hubiera valido al director colocar una piedra en el lugar que puso a su hija.
Del resto del reparto, difícil resaltar a alguien. Quizás Joe Mantegna (Joey Zasa sea el más reseñable, con un cliché de mafioso de toda la vida, da un poco de color a una historia que no debía haberse actualizado (se supone que la trama trasncurre a finales de los 70 principios de los 80). Michael no aterroriza, no impone, no amedrenta como hacia antaño. Echamos de menos una barbaridad a Tom Hagen (Robert Duvall), añoramos esos largos diálogos entre varios personajes mientras conspiran, se nos salta una lágrima de decepción cuando intentan emular los fantásticos montajes de los asesinatos en la parte final de la película. Todo parece sobrar, no encaja nada. La visión del film se hace soporífera en ciertos momentos. Escenas como la relación entre Vincent y Grace (Bridget Fonda) son superficiales; las idas y venidas de don Antobello (Eli Wallach) se convierten en paja sólo para rellenar un colchón demasiado grande; la puesta en escena del traspaso de poderes entre Michael y su protegido es de abrirse las venas.
En todo momento tenemos la sensación de haber visto ya esa secuencia, de volver a los mismos lugares pero con un color diferente. Es como volver a tu propio hogar y ver que alguien ha cambiado los muebles de sitio, ha quitado las ventanas y encima en el buzón ya no está tu nombre. Una decepción de casi 3 horas que mancha una y otra vez el recuerdo de lo grande que es un mito como la saga 'El padrino'. Ni tan siquiera la única escena que logra dar un parecido en cuanto a emotividad con las anteriores entregas (la secuencia de la escalinata frente a la Ópera), hace que podamos olvidar la necedad, oportunismo y dejadez que abarca todo el metraje.
Coppola tiene una deuda pendiente con la humanidad, con el cine y con el arte. Una deuda que jamás podrá compensar. Mancillar un mito que pasará a la eternidad como hizo él, no puede ser justificado de ningún modo. Coppola y Puzo debieron sentir una horrible vergüenza ajena al ver que su creación se había transformado en un bizarro esbozo de la maravilla visual que entre ambos habían dado al mundo 15 años atrás. Ver 'El padrino III' y no sentir rabia es estar muerto. Considerar esta secuela como parte de la saga, es como decir que la cuarta película de Indiana Jones es tan buena como la primera. Siendo lo más justo que puedo ser, la considero una obra maldita. Bastarda entre las bastardas. Una blasfemia que no merece estar en el recuerdo. Es más, yo en casa tengo las dos primeras en una repisa y este improperio en otras, bien separada, para que no mancille con su presencia el enorme legado que es la auténtica saga: 'El padrino' y 'El Padrino. Parte II'. Descanse en paz, don Corleone.
Información de más
- Los graves problemas financieros de Coppola con su anterior film, 'Tucker', le obligaron a realizar esta tercera parte.
- Al Pacino quería cobrar más por su actuación, pero claudicó cuando el director sugirió que si no aceptaba la primera propuesta, la película comenzaría con el funeral de Michael Corleone.
- Robert Duvall dejó la saga por las mismas pretensiones económicas que Al Pacino. La incorporación de George Hamilton en su lugar es el resultado.
- El afán de Coppola por integrar a miembros de su familia en los rodajes se ampliaba con su propia hija, Sofia Coppola, que se añadía a Talia Shire, hermana del director. Winona Ryder fue la primera elección para el papel de María Corleone.
- Uno de los mayores despropósitos del casting fue barajar a Robert De Niro en el papel de Andy García (Vincent).
- Antes de esta película, Paramount estudió más de 15 guiones con diferentes puntos de vista para rodar la tercera parte sin Coppola como director.
- Frank Sinatra, que siempre despreció las dos anteriores películas de la saga, estuvo interesado en el papel que al final interpretó Eli Wallach.
- El aria que suena al final del film, 'Cavalleria Rusticana', es la misma que se utilizó en 'Toro salvaje'.
- Fue nominada como Mejor Película, algo que nunca había sucedido en una trilogía hasta que llegó la saga de 'El señor de los anillos'.
- Como el resto de la saga, la película comienza con una fastuosa fiesta.
- Al contrario que sus dos antecesoras, esta tercera parte no está incluida en el Registro Nacional del Cine para su preservación.
- Al Pacino no fue nominado como Actor, en las otras dos partes, sí.
- Como siempre, aparecen naranjas antes de cada asesinato.
- Del mismo modo, cada parte se puede adjudicar a cada uno de los hermanos que van muriendo en la saga. Sonny ('El padrino'); Freddo ('El padrino II') y Michael ('El padrino III').
- Estuvo nominada a 7 Oscars y 7 Globos de Oro, no obtuvo ninguno.
- La prensa se cebó en dos temas: el pésimo guión y la aún más pésima actuación de Sofia Coppola.