El País de las Maravillas nos retrata de manera cercana y sin adornos la vida de una familia en un pueblo italiano, alejados del bullicio de las ciudades y de la vida moderna por culpa de la obsesión del cabeza de familia con el fin del mundo, centrándose sobre todo en Gelsomina, la hija mayor del matrimonio.Su deseo de conocer lo que su padre le tiene prohibido hará que los cimientos de la familia se tambaleen. Un retrato humilde, real, que casi cuesta darse cuenta de que lo que estás viendo es una película y no un documental de una familia en esas situaciones. Una familia que vive alejada de la dependencias del mundo moderno. Cultivan su propio huerto y se dedican a la apicultura.
Sin duda en quien nos tenemos que fijar es en Gelsomina, la hija mayor. Una pre-adolescente privada de cualquier experiencia típica de la edad. Ella es el pilar de la familia, la cual tiende a autodestruirse si ella no está alrededor, por lo que su presencia es necesaria para mantener tanto a la familia, la producción de miel y muchas veces la estabilidad emocional del resto, sobre todo de su padre Wolfgang, unidas. Todos los miembros de la familia mantienen una relación de amor-odio entre ellos, que deriva a la completa dependencia y a la obsesión irracional. Ella siente esa carga que recae sobre sus hombros, pero calla y obedece por el bien de todos. Será ella misma la que, tras descubrir la grabación de una promo de un nuevo programa presentado por Monica Bellucci , inscriba a su familia para esa competición, siempre con la buena intención por delante, desobedeciendo las estrictas normas de su padre de mantenerse alejados de ese mundo. Alejados de un circo mediático que ridiculiza lo que para algunos es simplemente su modo de vivir. Además, la llegada de Martin, un niño problemático al que la familia tendrá que acoger en su hogar a modo de reinserción en la sociedad, sacará a la luz los más oscuros secretos de una familia muy lejos de conseguir esa salvación que tanto anhela el padre.
La expresión "Mi casa, tu casa" ve todo el sentido en la película de Rohrwacher. Nos adentramos de primera mano en cada secreto, cada deseo y en cada discusión que ocurre entre esas cuatro paredes destartaladas. Nos frustramos, nos incomodamos y nos reímos como si fuéramos un miembro más de esa familia. Aún cuando en ciertos momentos se pierde la coherencia de la historia y pasan los minutos sin que ocurra nada relevante, la esencia que quiere trasmitir Le Meraviglie sigue ahí. Una realidad confusa, una realidad en la que las decepciones definen nuestros días y dejamos de pensar en nosotros mismos por el resto, es decir, anteponer a la familia a uno mismo. Y deja huella porque su realidad es una que todos conocemos; la de sobrevivir en familia.
7/10