Revista Sociedad
Hace un año que me contaron por primera vez las ventajas de ser analfabeto.
Todo ocurrió cuando comenté que me había tocado formar parte de mesa electoral por segunda vez; en ese momento, me dijeron que me había equivocado al rellenar mis datos en el Censo; que hay que indicar que uno no tiene estudios y que es analfabeto para librarse de las mesas electorales y de los jurados populares.
Cuando este año se me asignó una mesa electoral por tercera vez, fui motivo de risas de muchos de mis conocidos. Curiosamente, esta vez fueron tres personas las que me indicaron que cambiara a analfabeto mi nivel de estudio y argumentando que dicha condición adolecía de las ventajas antes mencionadas.
La cita a la mesa electoral es siempre a las ocho de la mañana de un domingo. Allí nos reunimos vecinos que nunca nos hemos visto las caras e, invariablemente en mi experiencia, los titulares de las mesas siempre intentan convencer a sus suplentes de que sean los suplentes los que constituyan la mesa, argumentando que su vida personal está llena de contrariedades y que les viene realmente mal invertir su tiempo en una mesa electoral durante todo un domingo.
Otra estratagema de los titulares de la mesa es llegar tarde a la misma. Esto también ocurre todos los años. A las ocho y media hay que constituir la mesa y, si el titular no se ha presentado, la mesa debe ser constituída por los suplentes. A las nueve menos algo llega el titular, que se disculpa por haberse quedado dormido y por la faena que le ha hecho a su suplente. Sin embargo, sabe que como la mesa ya ha sido constituída, el titular ya no puede formar parte de la misma y que puede disfrutar de su domingo sin que vaya a sufrir reprimenda alguna.
Ésa es la motivación por la democracia del electorado español en 2011: siempre hay licenciados que se declaran analfabetos, mentirosos que intentan evitar sus responabilidades y personas que se retrasan conscientemente. Yo cada día me pregunto más si democráticamente hablando no somos realmente un país de analfabetos.
Foto: Cartel electoral en Berlín, cuyo lema me resultó llamativo: "Nosotros hacemos las preguntas; vosotros hacéis las respuestas".