Revista Sociedad
Una cosa que en nuestro país puede tener a montones (por lo menos antes aunque la situación no es la mejor) son los becarios. Gente joven que con toda la ilusión del mundo inicia sus prácticas en empresas después de un par de años formándose en la universidad o en FP, pero la realidad no es tan bonita en ocasiones. Remuneraciones muy bajas o gratuitas, carga de trabajo excesiva, explotación por parte de nuestros superiores inmediatos o situaciones en las que tienes que pagar para poder tener unas prácticas "decentes". ¿Hasta dónde vamos a llegar?
Nosotros, personas jóvenes que empezamos con la mayores de las ilusiones pero que nos utilizan para cargarnos con el excesivo trabajo, sin la formación pertinente y encargados de las fotocopias y cafés. Nos explotan de una manera salvaje y tenemos la presión de nuestro jefe/s que nos piden mucho más a cambio de un posible contrato de trabajo que dejan por el aire.
Hemos llegado a una situación en la que hay pagar para poder realizar unas prácticas u ofrecer nuestra mano de obra gratis (mi caso particular) y todo para poder obtener una experiencia laboral que mostrar en nuestro CV. Después tenemos el factor de la consecución de contratos de prácticas durante un periodo de años indeterminado, precarizando nuestra situación y disminuyendo nuestra perspectivas de "ascenso". Y no queda aquí la cosa, muchas empresas están exigiendo una serie de requisitos para poder optar a un "contrato" (si llega a existir este) entre los que destaca tener una experiencia previa de dos años o superior, ¿pero esto qué es?
Llega un momento que uno pierde la ilusión, que se desespera porque no le ofrecen aquello que la han prometido y que uno está siendo explotado de una forma brutal que acaba perdiendo la fe en el mercado laboral. Mucho tienen que cambiar las cosas para que los becarios vayamos a mejor. Y este es un mensaje para todos aquellos jefes (o compañeros de trabajo) que nos contraten: somos gente normal y no seres inferiores que haya que tratar mal (llegando al punto de llamar inútil a la gente). Yo, en mi eterno optimismo, quiero pensar que esto cambiará.