No puedo evitar lamentarme. Me da asco ser español. Pero asco profundo, del que te remueve las tripas y hace que te muevas de manera nauseabunda. No lo digo por decir, es lo que me muestra mi entorno, carcomido por la putrefacción de un sistema repugnante y desigual.
Hoy, aún tumbado, mientras me despertaba he escuchado una conversación entre dos señoras mayores. Hablaban sobre los recortes sociales, o algo así, y una de ellas le decía a la otra: ¡Qué no se quejen los funcionarios, que viven mejor que quieren! No soy funcionario, mis padres no son funcionarios y tampoco ningún familiar cercano que recuerde ahora, pero me ha sentado como un martillazo en la cabeza. Me ha dado curiosidad y he mirado por la ventana. Yo diría que eran de clase media-baja.
No es algo nuevo escuchar eso y este escrito no van contra esas señoras, lo va repitiendo muchísima gente de una manera u otra. Y a envidiosos no nos gana nadie. Yo entiendo que tener un trabajo de mierda, con un sueldo de mierda y una estabilidad laboral de mierda indigne, pero no debería ser motivo de indignación que otros tengan trabajos estables y con unos sueldos dignos, debería serlo el que el resto de la gente no los tenga y este expuesta a estar en la calle por un capricho del jefecillo de turno y trabajando por dos duros. Eso sí que es indignante y no que otros tengan sueldos más generosos.
Yo les pregunto a todos los que sienten envidia de los funcionarios si creen que nuestros problemas son culpa de ellos. ¿Lo creéis de verdad? Yo pienso sin embargo que es culpa de un montón de garrapatas que chupan del dinero del estado de otra forma. Chupopteros como la Iglesia Católica que recibe cada año cerca de 6.000 millones de euros del presupuesto estatal, sin contar con las decenas de donaciones que reciben de forma indirecta por las administraciones locales, ni con los privilegios fiscales y administrativos con los que cuentan. Garrapatas como aquellas grandes empresas que evaden impuestos de manera continua con el beneplácito de nuestra administración que por un lado no ve ciertas evasiones y por otro lado su poder político permite que se creen estructuras como las SICAV que apenas pagan impuestos. También tienen culpa los hijos e hijas de la gran puta que poseen decenas de pisos y aún teniéndolos alquilados no los declaran como tal. Sin contar con los chupasangres a los que podíamos poner nombres como Gaspar Zarrías que hizo cambiar de dirección una carretera nacional en Jaén para que pasase por delante de su hotel, Francisco Camps con la trama de corrupción del caso Gürtel y todos los ex-presidentes de gobierno del estado que tras “trabajar para el pueblo” disfrutan de generosas vidas que supongo no solo están debidas a sus sueldos como presidentes.
Asco me da, repito, que se aplauda la agresión contra unos trabajadores estando como está todo, y sabiendo, como sabemos, quien nos roba realmente, que no son ellos. Pero claro es más fácil echarle las culpas a los débiles antes que mirar para arriba, echarle cojones, y cagarse en los muertos de los que nos explotan. ¿Me crees indignado? También deberías indignarte tú por ser tan gilipollas de tolerar que tú sueldo sea inferior al de un funcionario y el de este -al mismo tiempo- ampliamente inferior al de un diputaducho que no conoce nadie y que es primo o amigo de otro. Los funcionarios, al menos, sabemos que han tenido que superar una prueba de acceso y aunque algunos crean que no, trabajan. No como otros.