El paseo marítimo de San Juan de Luz. Foto: Sara Gordón
El País Vasco Francés es una región histórico – cultural reconocida que destaca por haber sabido mantener su identidad propia a lo largo de los años. Podría recomendar visitar estos pequeños pueblos por muchos motivos, las playas bien cuidadas, la belleza del entorno, las fachadas que respetan la manera de construir de la zona, la gastronomía… pero sin duda lo que más os llamará la atención es la identidad propia que se respira en cada rincón y de la que sus habitantes son orgullosos. Uno de sus emblemas es el pimiento rojo de Ezpeleta que cuelga de las fachadas para secarse al sol y del que tienen todo tipo de merchandising desde imanes hasta abrebotellas. Y es que en el Pays Basque todo está puesto en valor para que el visitante lo disfrute.
El puerto de los pescadores en Biarritz. Foto: Sara Gordón
El rompeolas de Sokoa. Foto: Sara Gordón
San Juan de la Luz y Biarritz son los pueblos de playa por excelencia. Los dos con sus casitas blancas de entramado rojo mirando al mar y unas playas largas para pasear. Son pueblos pesqueros que a pesar de la afluencia de turismo siguen conservando la vida tranquila y las calles despejadas. Ni las tiendas o bancos hacen que se pierda el encanto de la construcción tradicional y las iglesias merecen una visita. En una calle de San Juan de Luz leí una historia que me llamo la atención sobre los Cagots. A éstos se les conoce en castellano como agotes y eran un grupo de personas, no se sabe si grupo étnico ni se sabe su procedencia, todos pobres que vivían marginados por la sociedad. En la iglesia se puede ver una puerta más pequeña que era la destinada a este grupo, en internet hay mucha información sobre el tema.
San Juan de Luz. Foto: Sara Gordón
Biarritz. Foto: Sara Gordón
Biarritz desde la roca de la virgen. Foto: Sara Gordón
El castillo de Sokoa. Foto: Sara Gordón
Los acantilados de Sokoa. Foto: Sara Gordón
Los pueblos de interior destacan por la intensidad de sus verdes y la sensación de lejanía de cualquier ciudad grande. Nosotros fuimos a Sara donde cogimos el tren de cremallera hasta el pico de Le Rhune. El tren es único en Europa y data del año 1924, el caminar lento y cansado siempre hacia arriba atraviesa campos pastados por caballos salvajes, a lo lejos se observa un paisaje de picos más altos y más antiguos y pueblecitos perdidos en mitad de la nada. Desde lo alto se debe ver un paisaje increíble pero en mi caso solo pude imaginar qué se escondería detrás de la niebla.
El tren de le Rhune. Foto: Sara Gordón
Uno de los restaurantes de Le Rhune. Foto: Sara Gordón
Los paisajes desde el tren son impresionantes. Foto: Sara Gordón
El viaje en tren. Foto: Sara Gordón
El interior de la iglesia de Sara. Foto: Sara Gordón
Vistas desde Sara. Foto: Sara Gordón
Es fantástico descubrir rincones anclados en el tiempo, ajenos a la prisa de la civilización y conocedores de sus raíces. Las leyendas y la historia cubre cada rincón para llenarlo de magia. Sin duda un lugar al que volveré con calma para patearlo y perderme por sus caminos.
El paseo marítimo de San Juan de Luz. Foto: Sara Gordón
El interior de la iglesia de San Juan de Luz. Foto: Sara Gordón
San Juan de Luz. Foto: Sara Gordón
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