El paisaje, pese a rodearnos constantemente, no ocupa parte de nuestra atención. Salvo ahora en verano, cuando disponemos de más tiempo y puede que incluso viajemos a otros lugares, es cuando puede que nos recreemos más en él. Y el paisaje está en cambio constante, en mutación continua. A veces por procesos naturales, otras por causas humanas. Interaccionamos con el paisaje y lo transformamos. Cambios que hacen de nuestro entorno un ir y venir de formas. Un moldeado que bien podría ser un baile de ondulaciones y excavaciones, de subidas y bajadas. Esta relación nuestra con el paisaje y sus cambios es lo que ha intentado plasmar la artista Kerstin Ergenzinger en su obra Studien zur Sehnsucht (Estudios de Añoranza, sería una posible traducción) que ahora se expone en la Fundación Eugenio de Almeida de Évora (Portugal). Esta instalación, presentada inicialmente en 2007, es una escultura viviente, pues cambia de aspecto como respuesta a las vibraciones del suelo generadas por los visitantes o por movimientos sísmicos del lugar. La pieza está conectada a un geófono y un sismógrafo que detectan los movimientos del suelo en tiempo real y las transforman en impulsos eléctricos que a la vez generan movimientos que se reflejan en la escultura.
Studie zur Sehnsucht de K.Ergenzinger en la Fundaçao Eugénio de Almeida (Évora,2014)
Como cualquier obra de arte, a cada uno le pued evocar algo distinto. A mí, me ha recordado la transformación que sufre la arena de la playa cuando la pisamos. Un paisaje al que, por pequeño y por corriente, no le había prestado atención y que sufre cambios rápidos y constantes. Y a vosotros, ¿qué os sugiere?Praia do Salto, (Portugal,2014)
Detalle de Studie zur Sehnsucht, K.Ergenzinger (Évora, 2014) Fotos:Toni Chaquet