Revista Cultura y Ocio
"Fue entonces cuando empecé a leer los libros del tío Víctor. Dos semanas después del entierro elegí al azar una de las cajas, corté cuidadosamente la cinta adhesiva con un cuchillo y leí todo lo que había en su interior. Resultó ser una extraña mezcla, embalados sin ningún orden o propósito aparente. Había novelas y obras de teatro, libros de historia y de viajes, manuales de ajedrez y novelas policíacas, ciencia ficción y filosofía; un caos absoluto de letra impresa. No me importaba. Leí todos los libros hasta el final y me negué a juzgarlos."
Hay autores cuyo nombre resuena a la hora de hablar de premios, de autores de culto, de grandes obras. hay autores que tejen universos en los que los lectores nos adentramos sin darnos cuenta y cuyas piezas encajamos en cada libro y con cada libro, sin darnos cuenta de que nos vamos quedando presos en ellos. El libro de hoy pertenece a uno de esos autores. Hoy traigo a mi estantería virtual, El palacio de la luna.
Conocemos a Marco Stanley Fogg hijo de madre soltera que pronto queda huérfano al cuidado de su tío. Este fallece dejando como herencia muchas cajas con aproximadamente un millar de libros.Lo acompañamos durante sus viajes interiores y exteriores que lo llevarán por todo el país, incluso a conocer a su padre.
Fijáos si este libro trata de viajes que Auster ya nos lo dice con el nombre de su protagonista. Nada menos que Marco (Polo) Stanley (Dr. Livingstone) Fogg (Phileas Fogg). Sin embargo es mucho más que un libro de viajes. Como siempre, Auster se rodea de grandes personajes, tenemos a Kitty complementando a Fogg, tenemos a Zimmer que nos aparecerá en otro título del autor aquí se refuerza la idea del Universo de Auster , y a mi favorito, Effing, todo un carácter. Es algo habitual en sus libros además, que existan personajes fuertes para todos los gustos y que cada lector empatice con uno de ellos. De hecho este es para mí uno de los puntos fuertes del autor.
El libro parte de un comienzo abrupto, rápido, que baja de intensidad al sustituir el diálogo por la descripción. Sin embargo no se ralentiza demasiado sino que alcanza un ritmo constante en el que el autor se siente cómodo y el lector también. Cumple con los requisitos de Auster, dificultades, penurias, retos y brillante final. Pero añado además el toque literario, esos libros que tiene que vender para costearse la vida y que decide leer antes de deshacerse de ellos. Es difícil no ver un toque hermoso en ese detalle a todos los que somos aficionados a la lectura. Y nos vamos dejando engullir por el argumento, y vemos a su protagonista en parques, buscando trabajo y descubriendo que las mejores cosas pasan cuando uno deja de obsesionarse en desearlas. Y entramos así en la segunda parte del libro, ya tenemos las presentaciones hechas y la historia va sola. Y aquí empieza a costarnos despegar los ojos de ella. Porque, por si no lo habíamos notado, esto es leer a Auster, dejarse caer. Así que si estáis dispuestos a hacerlo, os recomiendo este libro. Es cierto que no es el mejor del autor, mi pasión siempre señalará Brooklyn Follies, pero es una buena forma de tomar contacto.
Ayer os daba la frase de un autor, hoy la de otro. ¿Pensáis que obsesionarnos con lo que queremos puede provocar que nos cueste más conseguirlo? Si os digo la verdad... a mi me decían eso de: Si deseas algo con la fuerza suficiente, al final el universo entero trabaja para que lo consigas. Y... siempre que sean cosas factibles, me gusta pensar que es así. O tal vez lo pienso ahora porque se acerca Navidad.
Gracias
PD. Si queréis saber qué pinta la luna en todo esto... no os lo voy a contar.