Palacio del Tè, palacio construido y decorado por Giulio Romano entre los años 1525 y 1534 en las afueras de Mantua (Italia), para el duque Federico II de Gonzaga, y uno de los más bellos ejemplos de arquitectura manierista italiana.Su construcción parte de un edifico anterior, que albergaba las cuadras de la familia Gonzaga. Según Giorgio Vasari, Federico II decide construir un nuevo pabellón encargándole el proyecto a Giulio Romano, quien finalmente realizó este palacio destinado a hospedar un poder casi real.Según la descripción del propio Vasari, se trata de un edificio cuadrado, con patio y cuatro entradas; la principal da acceso a una amplia logia que se abre a un jardín, y las otras tres conducen a estancias decoradas.La logia se comunica, a su vez, con un vestíbulo tetrástilo compuesto de una sala central, cubierta con una bóveda de cañón, y cuatro naves laterales adinteladas.Las dimensiones del edificio son especiales: se trata de un solo cuerpo cuya anchura es cinco veces mayor que su altura. Existen además otros elementos que lo definen como arquitectura manierista: empleo del orden dórico colosal en las dos fachadas que miran a la ciudad; separación desigual entre las pilastras de las cuatro fachadas, o el empleo de un grueso almohadillado en pórticos, columnas, pilastras y ventanas. Además, las esquinas de las fachadas chocan entre sí, puesto que se usaron distintos órdenes.La decoración de las salas también es obra de Giulio Romano. Cabe destacar la Sala dei Cavalli, donde aparecen pintados los caballos favoritos de Federico II; la Sala dei Giganti, que merece un apartado especial; la Sala de Amore y Psique, donde se narra este mito clásico; la Sala dei Venti, decorada con los signos del zodíaco, y la Sala delle Imprese, en la que se reproducen los emblemas de la dinastía de los Gonzaga.Todas estas salas decoradas comparten un rasgo propio del manierismo: la interacción entre ilusión y realidad. En la Sala dei Cavalli, los animales, reproducidos a tamaño natural y colocados entre pilastras y nichos ficticios, dan la sensación de estar realmente vivos. En la Sala dei Giganti, donde se narra el mito de la lucha de los gigantes contra los dioses del Olimpo, las paredes parecen tambalearse, sensación que proporcionan las rocas que caen sobre los gigantes vencidos por Zeus.La decoración de esta sala fue realizada entre los años 1532 y 1534. Toda ella es un único fresco desde el suelo hasta el techo, y es aquí donde esa interacción entre ficción y realidad alcanza su mayor esplendor. En el centro aparece Zeus, rodeado del resto de los dioses, lanzando el rayo que fulminará a los gigantes, que están representados en las paredes intentando escalar el monte Olimpo.Esta sala ha sido objeto de numerosas interpretaciones. El tema está tomado de las Metamorfosis de Ovidio, aunque existen algunas diferencias con el texto original en lo que se refiere al aspecto de los gigantes: Ovidio los describe como monstruos de mil brazos y pies de serpiente, mientras que en los frescos son sólo seres humanos, pero de enormes dimensiones, acompañados de monos, que no aparecen en el original. Parece ser que Giulio Romano no usó el texto de Ovidio, sino la versión de Niccoló degli Agostini, lo que provocó algunos errores de interpretación. Otros críticos han preferido dar a estos frescos una lectura política, según la cual Zeus simbolizaría a Carlos V, pues ambos lucharon contra las fuerzas rebeldes que intentaban obstaculizar su llegada al trono.