Título: El Palestino
Autor: Antonio Salas
Editorial: Temas de Hoy
Año de publicación: 2010
Páginas: 660
ISBN: 9788484608592
Ya han pasado cuatro años desde que leí Diario de un skin, del periodista Antonio Salas. Un libro que me sorprendió, me impactó y me informó y me descubrió realidades, hechos y datos del movimiento neonazi español que me eran totalmente desconocidos. Y precisamente por eso me gustaron tanto el libro y la película que hicieron sobre esa infiltración.
Con estos antecedentes, cuando el 30 de marzo El Palestino se cruzó en mi camino en la biblioteca no pude resistirme y me lo llevé a casa. Sus 660 páginas me han durado una semana. Con eso os digo todo. Aunque todavía no he leído el anterior trabajo de este periodista, titulado El año que trafiqué con mujeres, una investigación en la que Antonio Salas se infiltró en las mafias de la prostitución, su última obra me ha gustado tanto o más como Diario de un skin.
En este libro el periodista nos cuenta en primera persona cómo vivió los seis años en los que dejó de ser Antonio Salas para convertirse en Muhammad Abdallah, un musulmán nacido en Venezuela pero de familia palestina que vive en España. ¿Qué le llevó a Salas a querer infiltrarse en diversas organizaciones terroristas de todo el mundo? Algo tan cruel e incomprensible como los atentados del 11-M, porque fue precisamente el 11 de marzo de 2004, después del brutal atentado de Al Qaeda en Madrid, cuando este periodista decidió acercarse a los terroristas, conocerlos, convivir con ellos para, de este modo, intentar comprenderlos.
Después de un tratamiento para oscurecerse la piel, dejarse barba, aprender árabe, estudiar el Corán e inventarse una vida, una historia y un pasado como un musulmán que ha perdido a su esposa por culpa de un ataque israelí, finalmente Antonio Salas logra la credibilidad que necesita, tanto en la vida real como en Internet, para hacerse pasar por un musulmán, un yihadista y, en definitiva, un terrorista.
Así, poco a poco y con muchísima suerte, irá consiguiendo contactos entre grupos terroristas como Hizbullah, Al Qaeda, Hamas, las FARC o ETA, así como diversos grupos armados revolucionarios de Venezuela. Durante los seis años que transcurren entre 2004 y 2010 Antonio Salas se relacionará con terroristas en España, Palestina, Israel, Marruecos, Túnez, Siria, Mauritania, Venezuela, Egipto, Suecia o Líbano.
A lo largo de las páginas comprobaremos, a la vez que el propio Antonio Salas, la complejidad y la dificultad de esta infiltración y, sobre todo, sus riesgos, ya que el periodista verá cómo persiguen, detienen e incluso asesinan a varios de sus hermanos terroristas, algunos musulmanes y otros no. E incluso él mismo se convertirá en objetivo, llegando a ser víctima de un secuestro y de una bomba en su coche.
Está solo, no puede fiarse de nadie. Si quiere lograr sus objetivos, infiltrarse entre los grupos terroristas más conocidos de todo el mundo, recibir adiestramiento paramilitar en los campos de entrenamiento de las FARC o conocer al terrorista más famoso y más buscado, Ilich Ramírez Sánchez, alias Carlos el Chacal, no puede rendirse, aunque eso suponga asumir riesgos cada vez mayores.
Poco a poco, Muhammad Abdallah irá desempeñando un papel cada vez más importante en los grupos terroristas, especialmente en los de Venezuela y Palestina, e incluso acabará convirtiéndose en el principal colaborador de Carlos el Chacal, que permanece encerrado en una cárcel de máxima seguridad de París e incluso llegará a ser su representante en Internet y en los principales foros y congresos revolucionarios internacionales.
Antonio Salas es el principal sorprendido por el rumbo que va tomando su investigación y por los logros que está consiguiendo. Todo va demasiado rápido, hay muchas líneas y frentes abiertos y, poco a poco, el cansancio, el miedo, la presión y el trabajo le harán comprender que no puede con todo y que quizá esa infiltración se le queda demasiado grande. Es mucho para él, por más que le cueste asumirlo y reconocerlo.
Y eso le entristece y le da rabia. De la misma forma que también le entristece comprobar lo manipulado y utilizado que está el terrorismo no sólo por los medios de comunicación sino, sobre todo, por los políticos, ya que todos, independientemente del país y de la ideología, utilizan los atentados terroristas como la mejor arma, la más poderosa, la más eficaz y la más fuerte para atacar a sus oponentes y, al mismo tiempo, para manejar a la opinión pública, a los ciudadanos, a todos nosotros.
Como ya he dicho, este libro sorprende e impacta pero, ante todo, informa. Porque si algo se puede decir de Antonio Salas, a parte de que está loco, como él mismo reconoce en el libro, es que no se muerde la lengua, no tiene miedo de decir la verdad, le pese a quien le pese. Aunque eso le suponga tener que vivir el resto de sus días una vida anónima sin poder desvelar en ningún momento su identidad. Porque tiene demasiados enemigos, los skins, las mafias de la prostitución, y ahora también innumerables terroristas de todo el mundo. Es lo malo de contar las cosas tal y como ocurren, sin medias tintas, sin mentiras y sin edulcorantes, que uno pierde amigos con la misma velocidad con la que gana enemigos.
Sin embargo, me ha resultado muy curioso comprobar cómo el terrorismo, al igual que la política o los intereses económicos, hace extraños compañeros de viaje. Jamás se me hubiese ocurrido pensar que los skins pudiesen tener relaciones y apoyar a grupos palestinos. ¿No se supone que odian a los extranjeros? Sí, eso es cierto, pero también lo es que odian todavía más a los judíos, y eso es algo que tienen en común con los palestinos. Ya se sabe lo que dicen, el enemigo de mi enemigo es mi amigo. O, como repite en varias ocasiones el propio Salas, los extemos siempre se tocan.
Eso es precisamente lo que comprueba en primera persona Antonio Salas una y otra vez a lo largo de los seis años en los que se convierte en Muhammad Abdallah. Que entre el terrorismo de Palestina, el de Venezuela o el de España, así como el de izquierdas o el de derechas, no hay tantas diferencias. Porque en realidad no somos tan distintos como creemos, por mucho que tengamos idiomas, culturas, religiones o color de piel diferentes.
Y ese es el mensaje que nos transmite este periodista a lo largo de las 660 páginas de este libro, un mensaje de paz, de poner fin a la violencia y al terrorismo, de decir basta ya, de dejar de justificar por creencias políticas, religiosas o por intereses económicos el terror, la barbarie y la muerte de miles de víctimas inocentes o, como se suelen denominar, daños colaterales.
Sin embargo, si hay algo que ha logrado este libro es hacerme pensar y reflexionar, no sólo sobre el terrorismo sino, especialmente, sobre lo informados o desinformados que estamos y los muchísimos prejuicios que tenemos hacia los que no son como nosotros, sobre todo los árabes, a los que en general en Occidente se les considera terroristas, ya sean musulmanes o no. Es una de las muchas consecuencias del 11-S, el 7-J o el 11-M. El propio Antonio Salas es el primero que ha comprobado lo equivocados que estamos y lo poco que conocemos del mundo árabe, de los musulmanes y, en general, del Islam.
Aunque he de reconocer que a ratos el libro me ha resultado pesado, sobre todo por la gran cantidad de información que aporta, que en muchas ocasiones cuesta asimilar, he disfrutado muchísimo leyéndolo, no sólo por todo lo que he aprendido y descubierto, sino también por lo bien narrada que está la infiltración, el gran trabajo periodístico de información que realiza Antonio Salas aun a riesgo de poner en peligro su propia vida en muchos momentos. Y eso es algo de agradecer y de reconocer y ya sólo por esto merece la pena leer el libro. Yo, desde luego, os lo recomiendo.