Revista Opinión

El panorama político turco

Publicado el 14 abril 2015 por Polikracia @polikracia

A menudo se habla de Turquía como una potencia económica con muy buenas perspectivas, escondida tras el Bósforo esperando el momento de entrar en la Unión Europea y dar así el salto a la “Modernidad Occidental” que parece un tren al que nadie puede negarse la entrada. Ahora bien, sin entrar en los posibles de esa adhesión (cuanto menos dudosa dado el volumen de población que daría un peso representativo enorme en la Eurocámara, precio que Alemania no es probable que pague para incluir más Periferia en el Centro Europeo) lo que nos interesa en este artículo es elaborar una breve radiografía de los actores políticos actuales, después de un año de las masivas revueltas de Gezi y Taksim, no sin analizar antes dónde encuentra sus orígenes la cultura política turca y las dos visiones mayoritarias históricas que han pugnado en el país.

De los escombros del Imperio Otomano, producidos por la Primera Guerra Mundial, las potencias europeas se repartieron el Medio Oriente estableciendo áreas de influencia que a menudo no respetaban las fronteras nacionales. Como bien puntualizó el economista Paul Sweezy, deberíamos hablar más de Guerras de Redivisión Imperialista (reordenación del tablero) más que de Guerras Mundiales. Turquía quedó por lo tanto repartida en un área inglesa, otra francesa, otra griega y otra armenia. Surgió entonces un general influenciado por las ideas ilustradas francesas y por la reciente Revolución de Octubre en Rusia que, desterrado y apartado, reunió un ejército para emprender una Guerra de Independencia que duraría de 1919 a 1922. Tras liberar Turquía de las fuerzas invasoras, se estableció un liderazgo autoritario basado en este general, Mustafa Kemal apodado Atatürk (padre de todos los turcos) de corte nacionalista turca y con ideas occidentales, laicas y en la medida de lo posible progresistas. Se creó entonces el Mito Fundacional turco en torno a la figura de Atatürk, en contra de los fantasmas orientalizantes conservadores y de la ingerencia extranjera y a favor de un nacionalismo laico y en ciertos aspectos progresista. Hoy en día su figura es incuestionable y venerada, hasta el punto de ser penalizable cualquier ofensa hacia él.

Con el paso del tiempo se fueron tejiendo dos cosmovisiones históricas mayoritarias con dos proyectos diferenciados para Turquía: un degradado continuismo de la obra de Atatürk y una visión islamizante de tipo conservador (parecido a los democristianos en Europa) en búsqueda de liderazgos fuertes y de un panislamismo que se deshiciera de ese nacionalismo propio. Periódicamente desde la muerte de Atatürk hasta los primeros mandatos prolongados de los islamistas en los 90, el ejército turco, un actor kemalista y nacionalista organizaba golpes de estado para reconducir la política al más puro estilo español del siglo XIX. No obstante, con la llegada de Recep Tayyip Erdogan al puesto de Primer Ministro, la ya degradada democracia limitada turca toma tintes mucho más autoritarios, represivos e islamizantes (desde luego no establecemos paralelismos superficiales de tipo “Choque de Civilizaciones” de Huttington entre Islam y conservadurismo que no son más que racismo y clasicismo eurocentrista renovado)(1). En efecto, Erdogan, que empieza a militar en movimientos islamistas, aparta al ejército para evitar nuevos golpes, establece diplomacias de respeto a todos los países pero sin alianzas fuertes, se apoya en la policía y la forma a su imagen y semejanza utilizándola como cuerpo represivo islamista y basa su modelo económico en el Boom inmobiliario, los servicios y la agricultura.

El movimiento de la Plaza de Taksim o del Parque de Gezi (concentrados en Istanbul, ciudad de 13 millones de habitantes, centro económico de Turquía y con una situación económica, social, política y cultural completamente diferente al resto de Turquía) del año pasado no se levantó contra el establecimiento de un Centro Comercial en Gezi, sino en consecuencia de un modelo económico muy desigual, de un sistema político elitista y autoritario y de los excesos policiales. Como el 15-M, el grueso de los participantes eran de clase media y estudiantes, una clase muy numerosa en Istanbul y engordada por la falta de desarrollo industrial del país que no generó una clase obrera numerosa y que saltó directamente al sector servicios. Esto generó una dificultad de agregación de intereses propia de los movimientos interclasistas y de clases medias: no tienen grandes organizaciones con las que presionar y agregar esos intereses como pueden ser los sindicatos (prácticamente inexistentes en Turquía) o los partidos obreros. Se desarrollaron batallas campales en las cuales el componente kurdo (una minoría concentrada en el este de Turquía y en Istanbul, históricamente reprimida y marginada por los turcos) jugó un papel fundamental. La respuesta de Erdogan fue la represión desbocada, con la participación de milicias paramilitares islámicas del partido en el gobierno (AKP), miles de heridos y varios muertos por la policía y estos grupos, así como el cierre de twitter y redes sociales como antojo del presidente.(2) De hecho, tras esta serie de manifestaciones violentas, barricadas y exagerada represión y presencia policial(3), Erdogan reforzó el ya vasto blindaje legal y político que tiene la policía con una ley que les exime de responsabilidad en caso de asesinato a manifestantes(4).

Estas manifestaciones polarizaron una sociedad que ya llevaba separándose entre estas dos corrientes (islámica y nacionalista) y generaron una fuerte repulsa al gobierno y su líder Erdogan que empeoró su imagen, la más respetada desde Atatürk. La situación política avanza y se van sumando nuevas variables: por un lado el problema kurdo que han ganado mucho prestigio en Kobane con su victoria ante el ISIS, el propio problema de los extremistas islámicos y la situación de embudo que representa Turquía para la entrada de estos grupos a Europa y la crisis de régimen del partido en el gobierno. La cita electoral de las legislativas el 7 de Junio de 2015 se presenta sumamente interesante.

Por una parte se presenta la posibilidad desde el principio del gobierno del AKP de tumbarlos debido a la descomposición interna del partido que sin Erdogan no sería nada, cuya popularidad no para de bajar (actualmente con 312 diputados de 535)(5). La oposición, encarnada por el CHP nacionalista y kemalista se refuerza con las protestas de Gezi que apoyó desde el principio (actualmente con 125 diputados), por el ultranacionalista y ultraderechista MHP (actualmente con 52 diputados), por el partido socialdemócrata de base kurda HDP (actualmente con 29 diputados) que promete ser la futura llave de gobierno debido al enorme prestigio en las manifestaciones y la gestión del problema kurdo y por el TKP, partido comunista turco, que si bien se reforzó y se hizo ver en las manifestaciones, liderando muchas de las luchas no tiene representación electoral y se acaba de dividir en TK (más próximo al KKE, al liderazgo colectivo y Gezi-excéptico) y en HTKP (se apoya en liderazgos fuertes y muy optimista con las protestas de Gezi). En la calle se plantea la pérdida masiva de voto del AKP que se dirigiría a los nacionalistas CHP y al partido kurdo HDP que jugaría un papel fundamental como llave de gobierno y para solucionar el conflicto kurdo en el este de Turquía. Al parecer, con la acumulación de fuerzas kurdas en el norte de Siria y los triunfos militares consecuentes, el cese de actividad de la guerrilla PKK en el este de Turquía y los esfuerzos de Estados Unidos por frenar al ISIS (que años atrás ayudó a proliferar)(6), apoyándose de esta manera en los kurdos, hace que sean más fuertes que nunca y que por primera vez el HDP kurdo consiga apoyos más allá del pueblo kurdo gracias a su proyecto autonomista.

En resumidas cuentas, por vez primera desde el establecimiento del segundo liderazgo más autoritario en Turquía, tras Atatürk, se genera un clima de contestación al proyecto islamista del AKP de Erdogan y sus aspiraciones semi-dictatoriales surgido de las protestas de Gezi que si bien no organizaron una respuesta contundente y constructiva, sirvieron para cambiar el paradigma dominante. Es probable que veamos cambios significativos en la política turca en el próximo año, dirigida a una dispersión del voto, un cese del monolitismo de Erdogan y una acumulación de fuerzas más electoral que social y militar de la minoría mayoritaria kurda. Los últimos sucesos desestabilizadores(7) no son más que ejemplos de una crisis de régimen político que no para de tensar la cuerda y de una sociedad civil polarizada y cansada de las prácticas y excesos del régimen.


(1) Artículo muy ilustrativo acerca de las elecciones de 2014 y el proyecto de Erdogan: http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article72486

(2) http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article65937

(3) http://tercerainformacion.es/spip.php?article67652

(4) http://internacional.elpais.com/internacional/2015/03/27/actualidad/1427474309_385787.html

(5) Para todos los datos electorales: http://www.tbmm.gov.tr/develop/owa/milletvekillerimiz_sd.dagilim

(6)http://www.alertadigital.com/2014/09/07/hillary-clinton-admite-que-el-estado-islamico-isis-es-nuestra-creacion/
También: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/141159-eeuu-creo-estado-islamico

(7)http://peru21.pe/deportes/turquia-semana-se-suspende-superliga-y-copa-atentado-fenerbahce-2216019
También: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/03/31/actualidad/1427799045_271817.html


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