Revista Religión
Vaya revuelo que han organizado los medios de comunicación en torno a las palabras del Papa sobre el preservativo en su nuevo libro: "Luz del mundo". En este artículo, Massimo Introvigni analiza el escándalo de muchos. Ante todo, leamos lo que dice Benedicto XVI:
"Concentrarse sólo en el preservativo quiere decir banalizar la sexualidad y esta banalización representa precisamente el motivo por el que muchas personas ya no ven en la sexualidad la expresión de su amor, sino sólo una especie de droga, que se suministran por su cuenta. Por este motivo, también la lucha contra la banalización de la sexualidad forma parte del gran esfuerzo para que la sexualidad sea valorada positivamente y pueda ejercer su efecto positivo en el ser humano en su totalidad. Puede haber casos justificados singulares, por ejemplo, cuando un prostituto utiliza un preservativo, y éste puede ser el primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar de nuevo la conciencia sobre el hecho de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que se quiere. Sin embargo, este no es el verdadero modo para vencer la infección del VIH. Es verdaderamente necesaria una humanización de la sexualidad”.
La manipulación comienza cuando han cambiado la palabra prostituto por el femenino prostituta. Ciertamente, en español la palabra suena mal, pero es lo que escribe el Papa. Pero han ido más lejos: algunos comentaristas explican que con estas palabras el Papa admite que es mejor que las prostitutas se protejan con el preservativo de embarazos no deseados; así se comenzaría con las prostitutas, y cómo no extender eso a mujeres pobres que no están en situación de mantener hijos y así, poco a poco, a todos. Sería un primer paso para hacer lícito el uso del preservativo.
Está claro que el Papa se refiere a la prostitución homosexual. De hecho es obvio que las prostitutas mujeres no utilizan preservativo, en todo caso lo utilizarían sus clientes. Estos individuos no han entendido nada, o sencillamente no quieren entender. Como diría un buen amigo mío, han cogido el rábano por las hojas. Que el preservativo no resuelve el problema del sida lo sabemos todos, pero sí que contribuye a la banalización de la sexualidad.