Cuando al individuo se le dicta que lo que hace es malo porque así se considera, se le refuerza su ego perverso, siempre que repita esa acción porque a él le gusta, lo va a considerar como algo malo y luego lo hará porque así lo concibió. Cuando al individuo no se le segrega el mensaje y se le refuerza su bondad, cuando repita esa acción (porque la considera igual de placentera), el individuo no reforzará su ego perverso, porque nadie lo está señalando como algo malo.
Este mensaje del papa Francisco aparece en tiempos muy importantes para la vida social, “el papa Francisco es un loquillo”, está demostrando ser un mortal, más allá de las creencias, es un líder, guía y una persona capaz de dirigir a una masa voluntaria hacia el cambio y está empezando a hacer temblar a los poderosos.
Lean este mensaje:
Piensen en una madre soltera que va a la Iglesia o a la parroquia, y le dice al secretario: ‘Quiero bautizar a mi hijo’, y el que le atiende le dice: ‘No, no se puede, porque Ud. no se ha casado…’
Tengamos en cuenta que… esta madre tuvo el valor para continuar con un embarazo, y ¿con qué se encuentra? ¡Con una puerta cerrada! Y así, si seguimos este camino y con esta actitud, no estamos haciendo bien a la gente, al Pueblo de Dios.
Jesús creó los siete sacramentos y con este tipo de actitud creamos un octavo: ¡el sacramento de la aduana pastoral!
Quien se acerca a la Iglesia debe encontrar las puertas abiertas y no fiscales de la fe.
Necesitamos santos sin velo, sin sotana. Necesitamos santos de jeans y zapatillas.
Necesitamos santos que vayan al cine, escuchen música y paseen con sus amigos.
Necesitamos santos que coloquen a Dios en primer lugar y que sobresalgan en la Universidad.
Necesitamos santos que busquen tiempo para rezar cada dia y que sepan enamorarse en la pureza y castidad, o que consagren su castidad.
Necesitamos santos modernos, santos del siglo XXI con una espiritualidad insertada en nuestro tiempo.
Necesitamos santos comprometidos con los pobres y los necesarios cambios sociales.
Necesitamos santos que vivan en el mundo, se santifiquen en el mundo y que no tengan miedo de vivir en el mundo.
Necesitamos santos que tomen Coca Cola y coman hot-dogs, que sean internautas, que escuchen iPod.
Necesitamos santos que amen la Eucaristía y que no tengan vergüenza de tomar una cerveza o comer pizza el fin de semana con los amigos.
Necesitamos santos a los que les guste el cine, el teatro, la música, la danza, el deporte.
Necesitamos santos sociables, abiertos, normales, amigos, alegres, compañeros.
Necesitamos santos que estén en el mundo y que sepan saborear las cosas puras y buenas del mundo, pero sin ser mundanos.