CIUDAD DEL VATICANO (AP) – El Papa Francisco presidió los servicios solemnes del Viernes Santo en medio de una mayor seguridad en el Coliseo de Roma para la procesión del Via Crucis y una nueva controversia de comunicaciones en el país.
Policías, carabineros y soldados italianos estaban en alerta, con la Semana Santa coincidiendo con una oleada de arrestos de presuntos extremistas islámicos en Italia y advertencias de las autoridades sobre el regreso de combatientes extranjeros desde Irak y Siria.
Al comienzo del período más solemne del calendario de la Iglesia Católica, Francisco yacía postrado frente al altar en la Basílica de San Pedro antes de que empezara el canto del Viernes Santo.
Más tarde el viernes, Francisco viaja al Coliseo para presidir la procesión del Camino de la Cruz que recrea la crucifixión de Cristo: el evento seminal en el cristianismo que conduce a la resurrección de Cristo celebrada el domingo de Pascua.
Las solemnes conmemoraciones coinciden con una nueva controversia en las comunicaciones en el Vaticano sobre la afirmación del Papa, en el apogeo de la Semana Santa, de que el infierno no existe. El Vaticano no ha negado los comentarios de Francis al periódico La Repubblica, diciendo solo que el periodista reconstruyó una conversación.
Fue la quinta vez en cinco años que Francis habló con el fundador de Repubblica, Eugenio Scalfari, un devoto ateo que admite que no graba ni toma notas durante las entrevistas.
Casi todas las veces que una entrevista de Francis ha aparecido en la portada de Repubblica, la oficina de prensa del Vaticano ha insistido en que las palabras del Papa no son necesariamente precisas, sin negarlas directamente. Eso ha provocado preguntas sobre por qué el Papa continuamente se deja citar por Scalfari.
El vocero Greg Burke no respondió el viernes cuando se le preguntó si el Papa cree en la existencia del infierno o no. Francis ha hablado en el pasado con frecuencia sobre el diablo y el infierno.
Las dudas, sin embargo, han enfurecido a los católicos conservadores, que han perdido la paciencia con un Papa al que parece importarle menos la doctrina que el diálogo, especialmente con los ateos y personas de otras religiones.
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