El papa Francisco inició este sábado su primera visita a Milán (norte de Italia) con un encuentro conmovedor con los olvidados de la periferia de la capital económica de Italia.
“Vengo como sacerdote para estar con ustedes”, dijo al llegar a uno de los mayores barrios populares de la ciudad.
“La Iglesia no debe quedarse en el centro a esperar, sino que tiene que ir al encuentro de todos, ir a las periferias, encontrar no creyentes y no cristianos”, explicó el pontífice argentino.
El papa llegó temprano al aeropuerto de Milán-Linate, donde fue recibido por el cardenal Angelo Scola, arzobispo de la ciudad; por el presidente de la región Lombardía, Roberto Maroni; y por el alcalde, Giuseppe Sala.
Francisco fue saludado también por el tañido de las campanas de las cerca mil iglesias de Milán, un homenaje a la primera visita a esa ciudad del pontífice sudamericano.
Como es su costumbre en sus viajes pastorales, Francisco dedicó buena parte de su jornada de ocho horas en Milán a visitar sectores desfavorecidos y a conversar con la gente más humilde y sencilla.
El pontífice podrá conocer así personalmente la otra cara de la ciudad, emblema de la moda y el lujo.
En el popular Case Bianche (Casas Blancas), un barrio de la periferia, Francisco entró a bordo del papamóvil, donde fue recibido por unos 8.000 habitantes.
“Es algo simbólico. El papa visitará el corazón de Milán, pero pasando primero por la periferia”, explicó a la AFP el párroco de la iglesia Augusto Bonora.
En el barrio multiétnico, donde viven familias gitanas, musulmanas y de inmigrantes de varias nacionalidades, el papa latinoamericano fue aplaudido y ovacionado.
Francisco se reunió con varias familias, entre ellas una formada por musulmanes con varios hijos, para escuchar sus problemas.
Después de conversar con las familias, el papa oró frente a un pequeño santuario dedicado a la Virgen de Lourdes rodeado por cientos de niños y jóvenes, muchos de ellos provenientes de otros barrios cercanos.
“Mucha gente, incluso no cristiana, quiere participar. Francisco inspira confianza. Quiere que la iglesia salga de sus palacios y eso es lo que tratamos de hacer en nuestra pequeña parroquia”, sostuvo Cesare Nera, un habitante de un barrio aledaño que ha participado en los preparativos.
Francisco se dirigió luego al Duomo, la espléndida catedral gótica en pleno centro histórico, donde rezó el Ángelus ante miles de fieles que lo esperaban desde muy temprano bajo un calor bochornoso.
El papa que viene “del fin del mundo”, como suele definirse, quiso almorzar con los detenidos de la cárcel de San Vittore, una de la más pobladas de Italia.
El menú (risotto, carne empanada y pannacotta) ha sido preparado por los mismos presos.
El papa tiene previsto una siesta de cerca 30 minutos en la habitación del capellán de la cárcel. Un gesto inédito y que refleja su deseo de estar y dar alivio a las capas más desfavorecidas de la sociedad.
Según el programa, se dirigirá luego en automóvil a la ciudad de Monza, a 20 kilómetros, donde celebrará la misa ante unos 700.000 fieles.
El pontífice argentino concluirá la jornada con un encuentro con jóvenes en el estadio de fútbol de San Siro de Milán.
Con información de AFP.
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