Una tarde, le ocurrió al papa de la iglesia de Roma lo que le ocurre a todo hombre: se murió.
Cerró los ojos, se sintió aspirado hacia lo alto y, cuando abrió los párpados, había un hombre ante él.
- ¡Ah! ¡Dios mío! ¡Al fin estoy en el paraíso, después de toda una vida consagrada a glorificarte!
Se acercó al hombre y le dijo:
- Hola, Pedro, aquí estoy por fin, yo, el papa de la iglesia de Roma, tu sucesor.
Frente a él, el hombre abrió los ojos como platos:
- ¿Quién?
- Esto… yo, ¡el papa de la iglesia católica!
- Lo siento, pero no tengo apuntado a nadie con ese nombre.
El papa se puso colorado:
- ¡Cómo que nadie! ¡Se está usted burlando de mí! ¡Soy el papa de la iglesia de Roma! ¿Dónde está el jefe?
- ¿El jefe? Detrás de aquella puerta, al fondo.
Benedicto XVI vio una puertecita en un rincón, se acercó y llamó: “toc, toc”.
- ¡Venerable Maestro -dijo desde dentro una voz-, a las puertas del Templo llaman profanamente!
Evidentemente, esto hará sonreír solo a los masones…
Fuente: GADLU.
Archivado en: humor masónico Tagged: chiste masónico, papa, venerable