Joseph A. Ratzinger, a los 16 años
Afortunadamente, ya nadie (o casi nadie) habla de esto, pero hace tiempo que quería escribir algo al respecto.Cuando Joseph Ratzinger (1927) fue elegido Papa, algunos medios de comunicación se apresuraron a buscar algún episodio escabroso en su vida, una tarea que les resultó algo difícil. Entonces alguien dio con un dato biográfico que podría dar al traste con la reputación del recién elegido Papa: siendo adolescente, Benedicto XVI había pertenecido a las Hitlerjugend (juventudes hitlerianas); de ahí a acusarle de nazi había un corto trecho.Mucho trabajo podrían haberse ahorrado los concienzudos periodistas, si hubieran leído uno de los libros que publicó el Cardenal Ratzinger antes de ser elegido como Obispo de Roma. En La sal de la tierra (Salz del erde, 1996), el inquisitivo entrevistador (el libro está escrito a modo de preguntas y respuestas) incide sobre un episodio en la juventud del Cardenal bávaro; merece la pena citar la pregunta y la respuesta íntegras:(Peter Seewald): "Dígame, Cardenal. ¿usted ha sido miembro de las juventudes hitlerianas?"(Joseph Ratzinger): "Nosotros no pertenecimos a las juventudes Hitlerianas, pero en el año 1941, mi hermano sí fue obligado a formar parte. Yo era demasiado pequeño todavía [14 años], pero después fui inscrito por los propios responsables del Seminario. Pero en cuanto salí del Seminario no fui más allí, y eso me creó bastantes dificultades, porque yo sólo podía obtener el dinero [un descuento en los aranceles educativos] si frecuentaba las manifestaciones de las Juventudes hitlerianas. Menos mal que había un profesor de Matemáticas, que era nazi, pero, gracias a Dios, muy comprensivo -era un hombre honrado- que me advirtió: 'Ve al menos una vez, para que te den el carnet', y al ver que yo me negaba, me dijo: 'No te preocupes, te comprendo, yo lo haré por ti”. Y me libró de aquella obligación".Sin duda, el recelo del joven Ratzinger hacia las Hitlerjugend se debía, entre otras cosas, al ambiente anti-nazi que vivía en su casa. Su padre, gendarme, sufría mucho por el hecho de estar al servicio de un poder estatal a cuyos representantes consideraba unos criminales. Al jubilarse con 60 años, decidió mudarse con la familia, desde la ciudad de Tittmoning a Hufschlag, una casa en medio del campo a media hora a pie del pueblo de Traunstein; allí la situación era más distendida -pese a que también entre los campesinos había muchos nacionalsocialistas-. Nunca en público -por razones obvias para un padre en un régimen policial-, Joseph Ratzinger (padre) mostró su oposición al régimen nazi, pero en casa manifestaba su repulsa con toda claridad.Peter Seewald, páginas más adelante, vuelve sobre los años de la guerra en Alemania. El Cardenal explica que en 1943, todos los seminaristas fueron enrolados. Después del desastre alemán en Stalingrado, el rumbo de la guerra favorece claramente a los aliados. Estos, además, intensifican las incursiones aéreas sobre Alemania, ya frecuentes desde 1942. Ese mismo año se ordena el reclutamiento de todos los alemanes mayors de 15 años (también del sexo femenino) para servir como personal auxiliar de la Luftwaffe (la Fuerza Aérea); a principios del año siguiente esta orden se pone en práctica.Jóvenes servidores de un antiaéreo (Hamburgo, 1944)
En palabras de Ratzinger: “todos los seminaristas de Traunstein, formando un grupo, fuimos destinados a Munich, a la artillería antiaérea. Yo sólo tenía 16 años, y de agosto del 1943 a septiembre del 1944, estuve de servicio militar como todos los demás”. A esta época pertenece la foto de arriba. La propaganda alemana hacía buen uso de estos muchachos al final de la guerra, como puede verse en las imágenes que incluyo. En su mayoría, son jóvenes (y niños) enrolados por la Luftwaffe, como ayudantes de baterías antiaéreas.Este niño luce una Cruz de Hierro
Servidores de batería antiaérea, heridos en combate
Todos ellos, por supuesto, pueden ser acusados hoy en día de haber sido nazis. ¿No?