Revista Opinión

El paradigma del campo de concentracion

Publicado el 10 marzo 2012 por Franky
El argumento defendido por Marcur Olson en su lógica de la acción colectiva comienza con una paradoja que se manifiesta en la conducta de los grupos que, teniendo un mismo interés en común, manifestarán una tendencia a satisfacerlo.

Los ciudadanos que tienen un interés político común se organizarán y lucharán a favor del mismo, cada individuo estaría en uno o varios grupos en competencia y el vector de las presiones entre ellos explicaría los resultados del proceso político.

Olson rompe con las teorías anteriores que creían que el comportamiento colectivo no obedecía a motivos racionales. Ocurría, por el contrario, que cuando no estaban visualizadas las estructuras de intereses los resultados no se veían reflejados. Un ejemplo de esto fue el movimiento del 15-M que no llegó a identificar bien sus intereses y por tanto sus resultados no llegaron a darse conforme a la importancia del movimiento.

Se trata de explicar la conducta de los individuos, de cuando un individuo debe valorar los parámetros de costes y beneficios además de otras realidades a añadir como el que la decisión la tomen otros y ya no nos resulte beneficiosa.

Marx, cuando formuló su teoría analizó que había un ente superior que transcendía al individuo y en esa interpretación definió algo que superaba a la voluntad del individuo: el colectivismo, de ahí que el Politburó no gobernara para el individuo sino para las masas porque creía que había una voluntad colectiva.

La teoría marxista se pregunta ¿Por qué la clase proletaria no se moviliza por sus intereses? Hay dos explicaciones: 1ª) Sus intereses no son los que les atribuye la teoría marxista y 2ª) No existe la conciencia de clase porque no existen intereses compartidos, lo cual hace buscar una salida individual en lugar de colectiva.

Es la actitud de los sindicatos UGT y CCOO a la hora de plantear la huelga general, tendrán que analizar que hay trabajadores en los que frente al conflicto no van a optar por una acción colectiva sino que buscarán una salida individual negociada. Dentro de esas interacciones hay una puerta abierta que ante la posibilidad de un conflicto laboral optarán por una salida individual. Se rompe la preeminencia de los convenios sectoriales y disminuye el poder sindical. Este es el dilema que tienen planteados los sindicatos ante la huelga general, prima que existiendo un gran número de personas que estén de acuerdo con estas acciones, entienden que el coste personal de cada individuo sea mayor que el beneficio colectivo.

Los sindicatos saben que hay elementos de consternación en la opinión pública pero son conscientes de que el sentimiento generalizado o movimiento de contestación no está configurado. La movilización de un colectivo se conseguirá, además de las formas habituales para conseguir un beneficio colectivo, también incentivando a un grupo humano importante pero contando con que no todas las acciones colectivas van a beneficiar a todos sino sólo a aquellos que promueven dichas acciones. Los afiliados participan en esa linea y sobre todo los liberados sindicales, en ellos si existe una correlación directa entre el beneficio y el coste. Todas estas organizaciones funcionan en base a intereses selectivos de incentivación de sus miembros más destacados pero no así con la totalidad de la masa, lo cual no es bastante para aunar una voluntad de participar para la consecución de los fines.

Por tanto, no hay estructuras para la movilización suficientes, se dan las circunstancias de que estando la población en una situación de gravedad económica, los ciudadanos permanecen inmóviles, es el paradigma del campo de concentración.

Para el éxito de cualquier movilización hay que configurar una estructura crítica, se requiere un gran número de personas, los primeros en manifestarse sufrirán un alto coste. Cabe hablar de una masa crítica para que surja el efecto bola de nieve y los reventadores desaparezcan. El problema es saber que motivaciones hace que salgan un mayor número de personas a la calle.

El caso de los estudiantes de Valencia ha sido el ejemplo de cómo se pasa de una masa crítica suficiente a ser una mayoría crítica, cuando el problema pasa de ser sectorial (falta de calefacción en las aulas) a convertirse en general (policía pegando a menores). Toca los sentimientos que hacen saltar a la masa crítica. Ese es el paso para dimensionar un problema puntual y hacerlo general, de lo contrario seguiremos sufriendo el paradigma del campo de concentración o lo que es lo mismo, ver como incineran a los demás mientras esperamos nuestro turno.

Carlos RH

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