Así pues en un estudio americano se determinó que existen alimentos que pueden proteger, de cierto modo, la aparición o desarrollo del Parkinson. Se trata de las bayas rojas o moradas y otras frutas como las moras, endrinas y grosellas ya que contienen un antioxidante llamado antocianinas. Dicho antioxidante también se puede encontrar en otros alimentos como las manzanas, las uvas negras o el chocolate y también en algunas bebidas como el vino tinto o el mosto.
Una dieta adecuada puede ayudar a prevenir o a controlar de cierta manera el Parkinson.
Si ya sufres Parkinson, también se puede intentar controlar o reducir sus efectos gracias a la alimentación. En este caso se trata de aportar al cuerpo mayor dosis de un aminoácido en concreto (L-Dopa). Para ello es esencial reducir el consumo de proteínas y no abusar de de grasas saturadas. Y habría que apostar por consumir legumbres, habas verdes o plátanos.
No se trata de ningún tratamiento ni de una fórmula para curar el Parkinson, pero los estudios más recientes confirman que seguir un estilo de vida saludable, con una alimentación adecuada y la dosis de actividad físico retrasa significativamente la aparición de la enfermedad.
Otro de los estudios publicados en el Journal of Neurology and Psychiatry confirma que muchos de los pacientes que se someten a una estimulación cerebral profunda para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson presentan posteriormente sobrepeso u obesidad. Concretamente más del 80% de las personas que participaron en el estudio mostraron sobrepeso u obesidad posteriormente.