Durante la década de 1930, el fútbol se volvió muy popular en toda la Unión Soviética, ostentando un especial protagonismo en Ucrania, donde el mejor equipo de la época era el Dinamo de Kiev, cuya fundación se dio como resultado de la unión entre la policía ucraniana y el Ejército Rojo.
La temporada de 1941 fue cancelada, debido a la invasión de la URSS por parte de la Alemania nazi en junio de ese mismo año. Varios jugadores fueron reclutados y debieron partir al frente, mientras que los que quedaron ayudaron a la defensa de Kiev.
Tras la caída de la ciudad, los jugadores fueron apresados y considerados prisioneros de guerra.
Mykola Trusevych, el portero del Dinamo de Kiev, consiguió trabajo por parte de Iosif Kordik, un hincha del equipo ucraniano que le ofreció ser el barrendero de la pandaría. Kordik pudo continuar con su negocio debido a su origen alemán.
Fue este quien tuvo la idea de refundar el equipo, instando a Trusevych a buscar al resto de sus compañeros, con los cuales fundó el FC Start. Así, el 7 de julio de 1942, el nuevo equipo jugó su primer partido de liga local contra el Rukh, a quien ganó por 7-2.
El 6 de agosto de ese mismo año, el FC Start ganó al Flakelf, de la Luftwaffe, por 5-1. Esto no quedaría ahí, pues el equipo alemán pidió la revancha, la cual se jugó en el estadio Zenit el 9 de agosto de 1942, con un oficial de las SS como árbitro.
El FC Start no sólo aceptó, aún a sabiendas de que el arbitraje sería injusto, sino que se negó a dar el saludo nazi a sus oponentes antes del partido.
Pese al juego sucio del equipo alemán, los ucranianos se fueron al descanso ganando por 3-1. Fue ahí, en los vestuarios, que los jugadores del FC Start recibieron la visita de los oficiales nazis, así como una seria advertencia: si no perdían el partido, perderían la vida.
Ignorando esto, el resultado fue de 5-3 para el FC Start. El árbitro de las SS ni siquiera dejó que se cumpliesen los 90 minutos.