Visto cómo discurre el comportamiento generalizado del PP, con su Gürtel, sus Bárcenas, sus Jaguar, sus homofobias recurrentes, sus Días del Perro -cuando la alcaldesa de Fuengirola quiere celebrar el día de la República-, sus recortes a los parroquianos al lado de sus dádivas al Vaticano y a Bankia, sus querellas con los que no quieren verse todos los días cara de pendejo, su televisión pública por los suelos y la marca de España reflejada en las risas arrugadas de millones de parados, en las espaldas de los que miran en los cubos de basura, en los jóvenes que han vuelto a exiliarse económicamente como en los mejores tiempos del franquismo, pronto vamos a poder expresar, llegado el caso, aquello que exclamó un campesino cuando leyó en una lápida: “aquí yace un militante del PP, un demócrata, una persona honrada”, y no le quedó otra que decir: “¡Dios mío, han enterrado a tres personas en la misma fosa!”.
Paso por una universidad privada –y, claro, religiosa- y escucho a unos estudiantes comentar sobre asuntos jurídicos. Hablan como si todos fueran el doctor Spock de Star Trek, el que decidió apostar por la raza vulcana y renunció a los sentimientos para abrazar una lógica y razón estrictas carentes de emoción. La España real no va con ellos. Igual que al doctor Spock, a quien le resultaban indiferentes el amor o la empatía. Viven un mundo paralelo donde los problemas son de los otros y, a lo sumo, una molestia entre dos entretenimientos. El derecho es el intermediario entre el dinero que van a ganar y la gente a la que se lo van a sacar. Les interesa, claro, el dinero, no la gente. Abogados, economistas, notarios, registradores de la propiedad, tesoreros, asesores de campaña. Los suizos votan en referéndum reducir los sueldos astronómicos de los empresarios y banqueros. Uno de los estudiantes dice: “luego vendrán con que la lucha de clases la empezamos nosotros”. El domingo el diario ABC les ha regalado, por un módico euro, una pulsera de tela con la bandera española. No me extrañaría que la hayan hecho en la India niños que cobran un dólar al día. Para esos patriotas, España es un lugar curioso que sirve para que se te llene la boca de raza y suelo nacional aunque los dineros estén lejos de donde se ven los olivos.
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