La fuerza del parto surge desde el interior de la mujer. Requiere de su introspección para sentir los movimientos de su cuerpo. Ceder ante el frenesí del momento y mantenerse enfocada en la vivencia. La mujer y su bebé son los únicos protagonistas de esa escena. Ella debe tener profunda confianza que todo está ocurriendo en un ambiente armonioso y sereno.
Un espíritu tranquilo y centrado en el desarrollo del parto podrá encontrar la calma para comunicarse con su propio cuerpo y con el bebé. Con esa unión logrará vivir en armonía cada fase del nacimiento. La serenidad se transmitirá entre los dos seres. Quienes les rodean serán testigos de la energía del parto.
Por el contrario, una mente inquieta y en constante alerta se verá turbada por los demás eventos que ocurren en torno a ella. Será muy probable que deje de apreciar los detalles del nacimiento del bebé.
Los cómplices en el parto
El parto se siente, se percibe… vibra en los corazones de los presentes. Preservar esa paz necesaria es labor de los acompañantes en el parto. En este momento tan íntimo, ellos son responsables de asegurarse que la madre y el bebé se sientan protegidos y amados. Asistirán al comienzo de la maternidad… Son testigos del inicio de la vida.
Tu pareja, tu familia, los médicos, la partera, la doula son quienes te ayudarán a crear esa atmósfera. Comunícate con ellos con antelación. Puedes informarles tus planes para que actúen en consonancia contigo. Que sientan que forman parte de ese concepto que estás buscando. Involúcralos para que tengas el parto que estás imaginando.
¿Cómo crees que ocurrirá tu parto? ¿Has decidido ya quien te acompañará en ese momento?
Fotografía de Daniel Lobo, licencia de Creative Commons