Robustos portadores de una frondosa barba y hachas de batalla, los enanos son una raza humanoide de baja estatura que vive en las montañas, extrayendo sus minerales y trabajando los productos de la tierra. Aunque pueda haber ejemplos con algunas diferencias, todos los enanos de fantasía parten de una misma base, a diferencia de lo que ocurre con los elfos y, aún más, con los troles. Pero, ¿y si te dijera ellos también tuvieron un comienzo difuso? Incluso puede que no tuvieran tantas diferencias con los elfos y otros seres.
Según las Eddas, surgieron del cadáver de Ymir, el ancestro de los jötnar y con cuyo cuerpo se creó el mundo. En lo que no se ponen de acuerdo es de qué parte. Mientras en la Edda poética, en el Völuspá para ser más exactos, fueron gusanos que se alimentaron de su sangre y huesos, en la Edda prosaica estos gusanos se alimentaban de su carne. Según se relata, su sangre creó el mar, sus huesos los montes y su carne la tierra. Aunque Ymir también engendró a los jötnar, los enanos nacieron como gusanos en la carne putrefacta. Este es uno de los motivos que sugiere que la construcción del mundo a partir del cadáver de Ymir no fue inmediato. Tuvo que pasar tiempo para que se generaran esas larvas de enano, a quienes los dioses otorgarían forma humana y razón, viviendo desde entonces en las piedras y el suelo. Según el Völuspá, los primeros entre ellos fueron Módsognir y Durinn. Cuando en Gylfaginning usaron el cráneo de Ymir como cúpula celeste, los enanos Austri, Vestri, Norðri y Suðri sujetaron las esquinas. Los nombres de estos cuatro enanos se corresponden con las vigas del techo de las antiguas casas escandinavas.
Espíritus de la tierra
El nacer de los restos de un cadáver que formó la tierra les otorgó una naturaleza ctónica, es decir, están ligados a la tierra en la que moran y a los muertos. Esto explicaría por qué en los textos, ver a un enano en una montaña, bajo ella o incluso en una piedra, presagiaba la muerte. Como los draugr, estarían asociados a los montículos funerarios, aunque como espíritus naturales, del mismo modo que los troles. Por ello, Snorri Sturluson nos habla de los tipos de enanos: los que viven en la tierra, los que viven en las rocas y aquellos que provienen del montículo de Svarin y fueron a Joruvellir, en Aurvangar, siendo habitual que sus nombres sean términos relacionados con la muerte.
Su petrificación con las primeras luces del alba los conecta con la tierra, pero también con los muertos. En el Hjaðningavíg se puede ver esta transformación aplicada a los difuntos. En este conflicto, Freyja, Hildr o Göndul es responsable de una batalla eterna, pues resucita a los muertos cada mañana para retomar el combate. En vez de petrificarse con la luz, lo hacen al crepúsculo, recuperando su forma diariamente por la mañana. Siglos después, este sería un rasgo definitorio de los troles, que se confundirían con grandes formaciones rocosas.
Si se interpreta la estirpe de Sindri como una forma de referirse a los enanos, habitan en salones de oro en Niðavellir ("campos oscuros"), también conocido como Myrkheim, al norte, antes de llegar al frío y oscuro Niflheimr. Su equiparación con los elfos negros ( svartálfar o myrkálfar) u oscuros ( dökkálfar) sugiere que Niðavellir es equivalente o parte de Svártálfaheimr, uno de los nueve mundos. Del mismo modo, los enanos serían equivalentes o un subgrupo de estos elfos. Los elfos oscuros serían negros como el carbón y malvados, al contrario que los bellos elfos de la luz ( ljósálfar) de Álfheimr o Llósálfmeimr.
Retorcidos
Aunque desde la primera traducción al español de las Eddas (1856) de Ángel de Ríos y Ríos se les llama enanos, o puntualmente gnomos en traducciones posteriores, el término nórdico antiguo era dvergar, dvergr en singular. Este derivaría en zwerc en alto alemán medio y dweorg en inglés antiguo, que daría lugar a la palabra inglesa dwarf y dwarfs, o dwarves a partir de un error de Tolkien. El término original parece surgir de la raíz indoeuropea *đwerȝaz ("daño") o *dheugh-, que además alude a la astucia y el engaño. Esta etimología se relacionaría con algo "oscuro" y "doblado", es decir, un ser retorcido, que no tiene rectitud. Sus nombres desvelan sus actitudes, como Alþjófr ("todo ladrón"), Alvíss ("todo sabiduría"), Andvari ("cauteloso"), Dáinn ("muerto"), Eitri ("el venenoso"), Sindri ("herrero") o Brokkr ("tejón").
Esta naturaleza retorcida de los enanos está presente en los mitos. En el Skáldskaparmál, los enanos Fjalarr y Galarr matan al dios Kvasir, cuya sangre usan para crear la hidromiel de la poesía, y al jötunn Gilling y su esposa, a cuyo hijo le ofrecen esa hidromiel a cambio de que les perdone la vida. En Hervarar saga ok Heiðreks, los enanos Dvalinn y Durinn se vengan del rey Svafrlami forjando una espada maldita que, cada vez que se desenvaina, no puede volver a envainarse hasta que no mate un hombre, por lo que finalmente el rey muere por su propia hoja. En Þiðreks saga, Völundr, hijo del jötunn Vadi, aprendió la herrería de dos enanos en la montaña de Ballova, pero estos tenían el acuerdo con su padre para decapitar a su hijo si no volvía en una fecha concreta. Cuando un deslizamiento de tierra le impide volver, los enanos se preparan para matar a su hijo, pero este acaba con ellos usando una espada que ocultó su padre. En el Alvíssmál, el enano Alvíss asegura estar prometido con la hija de Thor, posiblemente Þrúðr, pero este lo entretiene con preguntas hasta que se convierte en piedra con la luz del alba.
Identidad difusa y tamaño variable
En la mitología nórdica, la pertenencia a un grupo u otro no suele estar definida. Por ejemplo, Durnir, Fjalarr y Galarr son nombres tanto de enanos como de jötnar, pero podrían referirse a los mismos individuos o a personajes diferentes. Lo mismo ocurre con otros nombres poco mencionados, como el nombre de Þrúðr, hija de Thor, que coincide con el de una valquiria, o Dáinn, enano y/o elfo. Esto se vuelve más confuso porque la pertenencia a un grupo no impide su relación con otro. Fruto de esto, los enanos podían tener hijos que no lo fueran, como Miðviðnir, padre del jötunn Sökkmímir, asesinado por Odín. Del mismo modo, el jötunn Vadi fue padre del herrero humano Völundr, descrito como príncipe de los elfos en el Völundarkviða. Como se intuye cuando hay relaciones pacíficas, incluso con descendencia, entre cada una de estas razas, su tamaño no era fijo. En Haddings saga, en Gesta Danorum de Saxo Grammaticus, la gigante Harthgrepa le dice a Hadingus que puede aumentar su tamaño para aterrorizar, pero reducirlo para yacer con hombres, permitiéndole llevar vidas separadas. Por otra parte, en el Reginsmál, se dice que el jötunn Reginn, hermano de Fáfnir, "tenía el tamaño de un enano".
Su presencia en la tierra y sus poderes mágicos le permitían producir objetos extraordinarios para los dioses: el Mjölnir de Thor, que siempre acertaba su objetivo sin vacilar y volvía a su mano; la melena de oro de Sif, que se uniría a la piel como la original; el venablo imparable Gungnir de Odín; el barco Skiðblaðnir de Freyr, que podía plegarse y guardarse en el bolsillo, como un pañuelo, y siempre tendría viento a favor al desenvolverse; el jabalí Gullinbursti de Freyr, cuyas crines doradas iluminaban en la oscuridad y que podía volar tanto por el aire como el agua; el anillo o argolla Draupnir, que cada nueve noches creaba ocho copias con su mismo peso; el collar Brísingamen de Freyja, para el cual la diosa tuvo que dormir con cada uno de los cuatro enanos que lo fabricaron y Gleipnir, la cadena irrompible para atar a Fenrir, encargada por Odín a través de Skírnir, mensajero de Freyr.
Para los humanos crearon objetos malditos, como la espada Dáinsleif, que producía heridas incurables y solo podía envainarse tras matar a alguien, y la espada Tyrfingr, que el rey Heiðrekr se llevó a la tumba porque sabía que acabaría con su estirpe, pero que recuperó su hija Hervör mediante la necromancia. No fueron los únicos propietarios de objetos malditos. El enano Andvari, que vivía en una cascada transformado en un lucio, fue capturado por la red de Loki, que le pidió su anillo Andvaranaut, que le permitía encontrar oro, a cambio de su libertad. Sin embargo, Andvari lo maldijo, trayendo desgracias a todo aquel que lo poseyera. Al matar al enano Ótr por su piel, pues estaba transformado en nutria, Loki entregó el oro y el anillo como compensación a su padre Hreidmar, pero fue asesinado por codicia por su hijos Reginn y Fáfnir. Fáfnir se transformó en dragón y se quedó con el oro. Reginn adopta a Sigurð, a quien manda matar al dragón para recuperarlo, pero Sigurð también mata a Reginn porque este planeaba matarlo para quedarse con el oro.
Otras creaciones implican muerte. Los hijos de Sólblindi fueron responsables de la puerta de hierro Þrymgjöll, también conocida como Nágrind ("Puerta Cadáver") o Helgrind, que sella el inframundo y paraliza a cualquier hombre que intenta abrirla. Fjalarr y Galarr mataron a Kvasir, personificación de una bebida alcohólica, y mezclaron su sangre con miel para crear una bebida capaz de convertir en erudito o poeta a quien la beba.
En definitiva, los enanos son poseedores de un amplio conocimiento, como los jötnar. De esta manera, se produce un paralelismo entre el Vafþrúðnir con el Alvíssmál: en el primero, obtenemos información del mundo cuando Odín pone a prueba sus conocimientos con Vafþrúðnir; en el segundo, las respuestas de Alviss al interrogatorio de Thor nos informan de los conocimientos del mundo.
En los textos es evidente por las interacciones que los enanos son elfos negros u oscuros, aunque no se puede asegurar que todos estos sean enanos. Sus características opuestas a los elfos de luz, es decir, vivir en el suelo y tener una actitud traicionera, encajan con sus rasgos identificativos. Lo que no se puede asegurar es si ambos tipos de elfos tenían un origen común o si sus cualidades se entremezclaron, disminuyendo sus diferencias.
Las distintas fechas en las que se compusieron los textos nos pueden dar una pista. En el Völuspá, del siglo X, anterior a la cristianización de Islandia, se mencionan a los enanos Gandálfr, Vindálfr, Álfr e Yngvi. Los tres primeros mencionan a los elfos en su nombre, mientras el cuarto es un nombre de Freyr, quien en el Grimnismál es dueño de Álfheimr, el reino de los elfos. En el Hávamál, que contiene fragmentos incluso del siglo IX, Hár (Odín) menciona a quienes tallaron las runas para los distintos grupos: él para los æsir, Dáinn para los álfar, Dvalinn para los dvergar y Ásviðr para los jötnar. La ausencia de los vanir sugiere que podrían estar relacionados con los elfos, pero es que estos dioses también podrían estarlo con los enanos. En el Völuspá y Hyndluljóð, conservado en el Flateyarbók, Dáinn es un enano. ¿Se trata del mismo Dáinn? ¿Ambos son enanos? Y si así fuera, ¿podría haber actuado en favor a los elfos? En contraste, el el Álvissmál, de los siglos XII-XIII, la diferencia entre enanos y elfos es clara.
En ocasiones únicas se demuestran que sus características no son universales y pueden intercambiarse. En el Hávamál, el enano Þíoðrørir es generoso, otorgando al alba (i.e. la puerta de Delling) fuerza para los aesir, prosperidad para los elfos y conocimiento para Hroptatýr (Odín) mediante un hechizo. Por el contrario, en el Völundarkviða, Völundr, denominado príncipe de los elfos, actúa con violencia. Esto nos lleva a una diferencia fundamental: la reciprocidad. Los dioses y los elfos se favorecían recíprocamente, a diferencia de los enanos, cuyo trato es unidireccional y a menudo obtenido mediante la fuerza. Esta relación es similar a la que tienen con los humanos. En Kórmaks saga, se observa cómo se sacrifica un buey como ofrenda a los elfos ( alfablót) en una colina a cambio de salud. En cambio, no hay testimonios del mismo trato con los enanos. Por ello, se razona que los elfos dan tanto como reciben, para bien o para mal.
Existe la posibilidad de que los enanos estén relacionados con los vanir, el otro grupo de dioses aparte de los æsir, que vivían en Vanaheimr, reino de posición incierta. Estos eran dioses relacionados con la tierra, la fertilidad y la sabiduría, por lo que los enanos podrían representar su aspecto negativo. Los principales vanir que conviven con los æsir son Njörðr y sus hijos Freyr y Freyja. En el Heimskringla, se menciona que Kvasir y la hermana de Njörðr eran vanir. Como se ha mencionado previamente, Freyr poseía el reino de los elfos, pero su mensajero Skírnir también fue el encargado de pedir la cadena Gleipnir a los enanos. Tampoco olvidemos que recibió el jabalí Gullinbursti y el barco Skiðblaðnir de los enanos. Su hermana Freyja tuvo un trato directo con los enanos para obtener su collar Brísingamen. Por último, Kvasir fue asesinado por enanos. De esta manera, parece existir una afinidad con estos dioses en concreto. Solo Loki, que es un jötunn, interactúa con ellos en otras ocasiones.
Los textos mencionan relaciones familiares entre los enanos o con otras razas, pero hasta las sagas, que son relativamente modernas, no hay ninguna enana ( dvergynja), aunque Dvalinn tiene hijas que son nornas. Es posible que los enanos fabricaran, en vez de procrear, a sus descendientes. Probablemente, su estirpe pudiera extenderse como la de los seres primigenios, que no necesitaron parejas. Con todo, su existencia podría estar implícita y se centraran únicamente en los enanos masculinos.
Como los denominados gigantes, la altura de los enanos o no se menciona o tampoco es constante. Del mismo modo que los troles, su altura se definiría en las sagas y textos posteriores. Serían seres demonizados y combinados con otras criaturas, agrupándose con el pueblo oculto, invisible y, a menudo, pequeño.
El origen de la palabra "enano" y su relato fantástico más duradero lo encontramos en la historia de los pigmeos ( Pugmaîoi, Πυγμαῖοι ), también llamados pumilio o nânos ( νᾶνος), que señalaba su reducido tamaño, como un puño o como un niño. Los pigmeos eran un pueblo diminuto de Etiopía o la India mencionado por Hesíodo que, según Homero, luchaba periódicamente contras las grullas o cigüeñas. Esta leyenda fue ganando o alterando sus detalles durante siglos, pero siempre considerado como un pueblo lejano de características únicas, como los blemias, los hipopodios o los esciápodos, que perduraron hasta convertirse en elementos comunes del arte y los bestiarios medievales.
- Lecouteux, C. (2018). The Hidden History of Elves and Dwarfs: Avatars of Invisible Realms. Simon and Schuster.
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