Este párrafo luminoso del maestro Espada ayer en El Mundo:
"El pasado está mal. La aceptación, poco extendida, de esta evidencia es el problema que impide el consenso sobre algunos asuntos del presente. Una misteriosa ilusión cognitiva, aún no enteramente desvelada ni por la neurociencia ni por su precursora, la literatura, ha dado origen al mito de los buenos viejos tiempos. La ilusión melancólica, puramente individual, se traslada con facilidad a lo colectivo. Y araña la evidencia moral. El pasado debe condenarse. No hay que ponerse en el lugar de los padres ni mucho menos en el de los abuelos. Y más allá se trata de extraterrestres que, efectivamente, existieron y son ellos. Matar indios, negros y judíos no estuvo bien, francamente. Y fusilar a Lluís Companys, tampoco. Una vez se admite todo esto, la escena queda de pronto mejor iluminada. La escena del perdón, por ejemplo. ¿Yo, que censuro el comportamiento de mis antepasados, voy a pedir perdón? Yo, ¿por qué? ¿Acaso el hijo de un asesino tiene que pedir perdón a la familia de la víctima? Ya he dicho mil veces que ni siquiera un padre tiene que pedir perdón por lo que hace su hijo. Figuraos entonces el absurdo de ir cuesta arriba de la edad."