Publicado en DesdeElExilio.com
Visto el desarrollo de los acontecimientos en las últimas horas, uno se pregunta qué sentido tiene el tiempo y el dinero invertido por el Estado español, en forma de gobierno central o en su vertiente autonómica, respecto al asunto de la independencia catalana. Para este viaje, no hacía falta alforja ninguna. Observando cómo se diluye el frente separatista, sin plantear más batalla que algún que otro juego floral, un viaje a hurtadillas y un manneken pis, se hace perfectamente patente que los representantes catalanes, poca fe tienen en sus actos y en el mandato de sus votantes cuando a la hora de la verdad, cuando toca poner los arrestos – y quizá los muertos – sobre la mesa.
Nos buscaremos la vida el 21 de diciembre, pensarán, a ver si nos toca la lotería, que Sort sigue estando en Cataluña, España, y de paso seguiremos cobrando sueldos públicos, subvenciones a los partidos y el resto del presupuesto que corresponda, 3% incluido, en el peor de los corruptos casos.
Es muy difícil encontrar a lo largo de la Historia estados nacidos sin violencia, algunos, unos pocos, de la casualidad o fruto de la desidia de algún que otro Estado, pero jamás de las urnas. Aquellos que decidieron democráticamente independizarse sufrieron la violencia del Estado matriz. Cierto es que casos como las votaciones escocesas o quebequenses nos aproximan más a esa forma de emancipación. De la misma forma lo hace la Constitución de Liechtenstein, que permite la segregación de sus once municipios. No obstante, a fecha de hoy parece aun imposible una secesión sin violencia. El referéndum kurdo, en el que más del 90% de la población apoyó la secesión de Irak, ha tenido ya respuesta en forma de operación militar desde Bagdad.
En contraposición, el ejemplo catalán nos muestra una caterva de políticos ñoños y mansos, que parecen ignorar todo cuanto acabo de decir. Curiosamente, los únicos que no se han escondido durante todo el proceso, siendo más o menos fieles a su ideario, ya de por sí violento, han sido los radicales de izquierdas de la CUP. El resto, cuando de verdad hubieran tenido que mostrar agallas, salen por la puerta de atrás, conscientes de que su aventura no va a ningún puerto.
Estoy plenamente seguro, que este análisis, nada profundo en realidad, no se les escapaba a los Molt Honorables. Si lo han ignorado ha sido de forma consciente. Han malgastado recursos premeditadamente, en una reedición del pan y circo romano, versión independencia. Los medios bailando el agua. Nosotros atentos al televisor. A las noticias. A cada estupidez que sale de la boca del que cobra la rueda de prensa, que nos salen bien caras, al precio que cobran los que hablan en ellas.
Lo indignarnte es que la independencia es solo el titular de estos meses. Otros vendrán, igual de inútiles. Prestos a despedazar la convivencia con tal de tenernos entretenidos. Mientras unos simulan pelear por los intereses del grupo A, los otros se aprestan a defender al grupo B. Buenos y malos. Vencedores y vencidos. Ciudadanos confundiendo liderazgo con charlatanería. El tiempo que pasa. Voten y elijan. Deleguen sus obligaciones. Paguen. Callen. Y vuelta a empezar.
Es un teatrillo cutre, donde se ven los hilos frente a un decorado desconchado. Pero funciona. Vaya que si funciona. Aquí estoy yo, echando unas líneas para ponerlo de manifiesto, que a veces se nos olvida.
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