Tanto si vuelves la vista atrás, a cuando ibas al cole, como si piensas en donde ahora van tus hijos o tus nietos, los patios de recreo de las escuelas son espacios con sus propias reglas y lejos de la “autoritas“. Si se exceptúan las actividades deportivas, lo que pasa en el patio escapa controles y mantiene dinámicas particulares que, de forma espontánea, se reproducen a lo largo del tiempo y a través del espacio.
Generalmente, el personal docente permanece alejado de los espacios de recreo, a veces incluso por motivos de seguridad. El patio es un espacio donde se aprenden cosas, por lo que es importante en el proceso de la educación formal. Lo que ocurre es que queda al margen de los programas docentes.
Quizá el ámbito donde más se ejerce influencia sea el de la inteligencia emocional. Allí se crean amistades y enemistades, círculos de amor y de odio, de poder y sumisión, de intercambios de relaciones. De juegos que son realidades y realidades que, hay que ver, en realidad son solo juegos. Pasa de todo.
Si queremos entender los problemas que puedan presentar los niños, tanto físicos como mentales o sociales, debemos indagar sobre lo que sucede en el patio. Sobre cuales son las experiencias y las actividades en las que participa cada niño. Ese relato puede que no sea fácil de obtener en presencia de los padres. A menudo porque “lo que pasa en el patio, se queda en el patio”, aunque no siempre sea así.
Territorio comanche, al que nunca llegará el 7º de caballería.
Hay que saber qué pasa en el patio de recreo.
X.Allué (Editor)