Días tras días el patito negro sufría el rechazo y la burla de los demás. Cuando intentaba volar los patos amarillos le saltaban encima para que no volara y cuando nadaba le pegaban en la cabeza.Hasta que un día harto de recibir tanta discriminación racial, el patito negro les explicó:_ ¡Sea blanco, negro o amarillo a mí me respetan!Seguidamente se puso a chapotear sobre el agua, se zambullía y comía plantas acuáticas y volaba en forma de V ante la atenta mirada de los patitos amarillos._ ¿Me están mirando? ¡Soy un pato igual que ustedes aunque mis plumas sean negras!A partir de ese momento los patitos amarillos reflexionaron que ser físicamente diferente no es motivo de rechazo y se hicieron amiguitos del patito negro.
Autora: María AbreuEntonces Pedro, abriendo la boca, dijo: Ciertamente {ahora} entiendo que Dios no hace acepción de personas. (Hechos 10: 34)