Revista Historia

El Patrimonio o la perdida dignidad hospitalense

Por Ireneu @ireneuc

Cuando en 2001 el integrismo talibán destruyó a golpe de dinamita los milenarios budas gigantes de Bamiyan en Afganistán, la sensación de impotencia, rabia y maldad que despertó en toda la opinión pública mundial, fue brutal. Destruir sin más, por puro fanatismo religioso, un elemento que simplemente demostraba la existencia en aquel territorio de un pasado muy diferente al que se quería imponer en ese momento, era el símbolo con que aquella gente quería hacer ver al planeta que lo único que valía era su visión del mundo. Borrar la memoria histórica ligada a un Patrimonio Mundial de la Humanidad como eran los budas, fue el ataque más despiadado, cruel y profundo que se les ocurrió, porque no sólo atentó contra sus opositores, sino contra todos. Y justo ese infortunado pasaje de la historia mundial habla del verdadero valor del Patrimonio; porque el Patrimonio no sólo es una piedra vieja con más o menos gracia, sino que el Patrimonio enlaza con el pasado, con una historia, una vida... en definitiva, con la dignidad humana.

En Hospitalet, desde que tengo uso de razón he tenido que oir que somos una ciudad dormitorio, un simple barrio de Barcelona y que, como no tenemos historia, poco menos que somos una ciudad de segunda. La falta de una historia de emperadores, reyes o de alto linaje que haya dejado grandes monumentos que evidencien a todo el mundo la importancia " histórica" de nuestra población, ha hecho que la gente acabe por creerse la mentira de que nuestra ciudad no ha tenido ningún pasado trascendente que valga la pena conservar.

Falta de Patrimonio igual a falta de Historia y, por tanto, falta de dignidad, es la perversa ecuación que ha acabado por calar profundamente en el alma de los mismos hospitalenses y que ha dado pie a que el Patrimonio, en nuestra ciudad, sea un elemento en extinción y que, ni siquiera su propio ayuntamiento -supuesto garante máximo de las esencias hospitalenses- haya dado la menor importancia a lo que se esconde a plena vista en las calles de nuestra ciudad.

"Tanto tienes, tanto vales" dice el dicho popular, en un reflejo de que, si no tienes nada, nada vales y, por tanto, no tienes ni derecho a tener dignidad. Y, en el caso de las ciudades, este "tener" se refleja en el Patrimonio que atesoran dentro de ellas.

L'Hospitalet, por mucho que no lo parezca, tiene una historia y un patrimonio mucho más importante de lo que se ha querido dar a entender desde siempre. Masías, casas, pisos, esculturas, árboles... posiblemente no tengamos, como he comentado antes, grandes palacios o edificios romanos como Tarragona o Barcelona, pero esto no significa que no tengamos historia, sino que la historia que corre es la historia de una población trabajadora y modesta que ha vivido, ha amado, ha trabajado, ha llorado, ha muerto por las calles de nuestra ciudad. Dignidad humana que ha dejado pequeñas grandes maravillas fruto de todo el esfuerzo de unas vidas y unas manos humildes que, ya hubieran querido construirse un palacio modernista, pero que lo máximo que pudieron llegar fue a decorarse su casa con molduras florales. Unas bellas molduras que, extrañamente, han sido capaces de llegar a hoy día, ante la ceguera de todos y, no pocas veces, el desprecio de técnicos sin ningún vínculo con el territorio, que no le dan ninguna importancia a ese elemento que tanto le costó a quien lo puso.

L'Hospitalet, más allá de lo que marca su caducado y paupérrimo catálogo patrimonial -el llamado PEPPA- tiene mucha más historia y mucho más patrimonio de lo que se nos ha querido decir. No son pocos los elementos que, representando la (negada) historia y el (invisible) esfuerzo de la ciudadanía hospitalense de hoy, ayer y siempre, no están ni protegidos y ni siquiera reconocidos: La modernista fuente de la Plaza Española ( ver La sorprendente cláusula que protege la Fuente de la Plaza Española) o la Fuente Mágica de Buïgas frente a la iglesia de Provençana ( ver Buigas y la olvidada "fuente mágica" de L'Hospitalet) son dos ejemplos flagrantes de esta indolencia de nuestro mismo ayuntamiento hacia nuestro patrimonio.

Atentados contra el patrimonio y la historia de Hospitalet, con el beneplácito indolente del ayuntamiento, tal como los de Cosme Toda, el Canal de la Infanta o el Pi de la Remunta en el antiguo espacio del cuartel de la Remunta , o el derribo de innumerables casas antiguas durante los últimos años por pura especulación urbanística (el caso de los novecentistas " El Coro" - ver El Coro, el edificio donde la historia de L'Hospitalet se extinguió- o Bar Deportivo) no son sólo una cuestión de " cuatro piedras viejas".

Preservar nuestro pasado y, sobre todo, divulgarlo a nuestra población es dar una herramienta para que la gente que vive en él sepa qué es lo que pasó en Hospitalet, dando por sentado que resulta totalmente imposible amar nada que no se conozca. El Patrimonio de Hospitalet es una herramienta para dar a conocer nuestra ciudad, sí, pero, sobre todo, para crear un vínculo de arraigo. Un sentimiento de pertenencia que devuelva la dignidad perdida a una población, la hospitalense, a la que desde hace décadas se le ha negado continuamente.

Tenemos Historia. Tenemos Patrimonio. Tenemos Dignidad. Tenemos Futuro.


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