Es bueno mirar el cielo, tanto por la belleza de la Cámara Dorada de la Lonja de la Seda de Valencia, como al aire libre para estremecernos con el infinito astral. Después de todo, somos polvo de estrellas: admirar el universo es rememorar nuestros orígenes.
Cuenta la leyenda que el filósofo matemático Tales de Mileto se cayó a un pozo por no mirar el suelo cuando paseaba abstraído maravillándose del firmamento. También donde ponemos los pies guarda sus secretos.
El artesonado de la Cámara Dorada es tan admirable que no nos quedan ganas de mirar el modesto pavimento de mármol. Si lo hace habitualmente Mercedes González, historiadora de la azulejería y ceramista.
A Mercedes, amiga conocedora de nuestra necesidad de material, agradecemos la fotografía del bonito suelo formado por rombos en tres colores de la Cámara. Se trata de la conocida paradoja óptica del cubo en visión estereográfica: los cubos pueden salir o meterse, ambos oscilan en nuestra visión, y además el negro nos hace ver como una cinta corrugada hueca. El pavimento también puede ser la proyección de una estructura de dodecaedros rómbicos, los cristales de distribución optima.
La tricromía hace perder en simetría lo que ganamos ópticamente. El único movimiento invariante de la teselación periódica son los giros de orden dos (180º). Hemos representado el rombo básico que se repite y marcado los centros de giro. El tipo se llama p2
Si todo el pavimento fuera del mismo color estaríamos ante el tipo p6m: giros de orden 6 (60º, los vértices del rombo), giros de orden 3 (120º), de orden 2 (10º) y ejes de simetría en tres direcciones.