Revista Cultura y Ocio

El pecado de la razón

Publicado el 04 junio 2020 por Águeda Lorena García González @aguedlgg

Los pecados capitales se han inventado por algo... Para definir el punto de equilibrio entre el que ofende sin sentir culpa y el que se pasa la vida ofendido.

El pecado de la razón
Porque siempre hay dos tipos de personas y tu forma de ser depende del rol que hayas elegido o el que te hayan asignado.

Puedes ser el que grita o el que escucha los gritos, el que da la bofetada o el que recibe el golpe final. Tú elijes.

En la familia, en la pareja, en el trabajo...

Tienes un rol y lo desempeñas a diario sin preguntarte si existe posibilidad alguna de cambio. El simple hecho de no preguntarte si se puede cambiar ya es un síntoma claro de negativa, de ni siquiera soñarlo... ¿Cómo iba a ser de otra manera?

Hay cosas que concebimos dentro de un orden y no somos capaces de verlas de otra forma, es más, cuando percibimos que alguien o algo no encaja con nuestros principios, con nuestra forma de ver la vida o de hacer las cosas... Nos produce un malestar increíble.

Muchas personas mantienen un diálogo interno en el que se dicen: "yo no lo hubiera hecho así, pero ¿cómo puede pensar eso? "No puede ser verdad que lo diga en serio..." y lo peor de todo eso no es lo que uno crea, diga o haga. Lo peor es creer que por el simple hecho de hacer las cosas de una manera ya no pueda concebirse hacerlo de otra.

Ahí empieza la intolerancia: a lo diferente, a lo nuevo, a lo distinto, a lo extranjero, a lo extravagante... ¿Intolerancia por qué?

Por querer tener razón.

Porque hay personas que jamás admitirán un error... Porque nunca se equivocan y se llevan por delante cualquier cosa, pero nunca admitirán un error.

Por la culpa, porque si te has equivocado una vez ¿por qué no haberte equivocado cientos? Y pedir perdón por los errores no gusta, pedir perdón es de débiles... Los fuertes y valientes lo hacen todo bien y tú no vas a ser menos.

Por soberbia, que no es más que una imagen de uno mismo distorsionada ante un espejo que refleja la superioridad por encima del otro.

El pecado de la razón
Y luego estamos los demás, los que por error pedimos disculpas demasiado, los que nos enfadamos, pero nos conformamos, los que trabajamos el doble para ganar la mitad que a otros les hayan regalado...

Lo contrario a la soberbia (modestia), a la culpa (la sociopatía o falta de empatía), la arrogancia de aquellos que miran a dos metros por encima de su hombro... sentir todo lo contrario tampoco es fácil en el mundo en que vivimos.

Muchas personas jamás se verán en igualdad de condiciones al resto y por supuesto no se atreverán ni pensar que pudiesen llegar a estarlo.

Los pecados capitales se han inventado por algo... Para definir el punto de equilibrio entre el que ofende sin sentir culpa y el que se pasa la vida ofendido.

El pecado de la razón

Para el que cree en sí mismo y se convierte en un soberbio y para aquellos que jamás se sienten amados y viven en una depresión constante ante cualquier acontecimiento de su vida.

Por todo ello, por querer tener razón, por demostrar a toda costa lo que somos y lo mucho que valemos, ¿cuánto hemos perdido por ello?

¿Qué ganan los que siempre tienen razón o se la dan como a los locos? ¿Cuántas relaciones de pareja, de amistad o de familia se han perdido por tener razón?

¡Cómo si la razón significase algo!

Sería muy útil pensar que no siempre la razón te consigue un buen empleo, o una buena pareja o unos buenos amigos.

Tener razón es una excusa que muchos buscan para sentir que valen más que el resto, para desprestigiar los pensamientos del otro o incluso para llegar a quererse a sí mismos.

¿Quién va a querer a alguien que nunca dice lo correcto?


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