Cuando hacíamos a primera comunión o aprendíamos la religión católica, muchos estudiábamos el catecismo, los evangelios, incluso la biblia (el antiguo y nuevo testamento), pero cuando llegaba la parte de la creación, cuando solo estaban Adán y Eva, los cuales osaron comer la manzana del árbol prohibido, cometieron un gran pecado, el cual se denomina “original”. He aquí que todos estamos en pecado, gracias a la desobediencia cometida en el paraíso, lo cual no deja de ser cuestionable cuando uno empieza a planteárselo, porque creo que la mayoría hemos razonado: “¿Por qué he de cargar con la culpa de una falta o delito cometido por un antepasado?”. Por un acto de egoísmo tenemos que mantener y pagar esa deuda, la cual hemos de padecer indefinidamente. ¿No parece algo injusto? Sin entrar en inquisiciones religiosas, las cuales todas son respetables, nos encontramos con multitud de pecados originales; los cuales son herencias para las nuevas generaciones que quieran o no tendrán que responsabilizarse de las mismas, sea justo o injusto, lo cual nos representa una sensación de que lo importante es lo que ocurre en el presente, sin importar las consecuencias del mañana. Aunque por nuestros actos seremos enjuiciados o valorados, notamos cierto grado de impunidad en algunas acciones de ciertos colectivos, los cuales se les olvidan sus pecados, o simplemente no tienen que rendir cuentas a la sociedad, y es más, siguen en sus puestos de responsabilidad. No es culpa de los acreedores, los cuales solo quieren ver recompensados sus esfuerzos, tanto económicos como humanos. Y lo que menos les importa es quienes han de pagarles, lo que les interesa es cobrar esa deuda. Pero cuando chocan con la realidad, que no es otra, que esa deuda es incobrable, entran en la desesperación al ver que ese dinero, que esa compensación, se ha ido al limbo. Por este motivo, los verdaderos pecadores, saben que si cargan en personas, las cuales no pueden hacer frente a esas exigencias, ellos mantendrán sus grandes ganancias, incluso se protegerán jurídicamente de las consecuencias. Además, usarán la imposibilidad de la población, para atacar a los acreedores por su falta de sensibilidad al intentar recuperar lo que han prestado, proyectando una imagen de ente diabólico que solo busca hundir en la miseria a la población, cuando han sido ellos los que han firmado los documentos para pedir esos créditos. Pero este círculo vicioso, lejos de ser algo puntual, más bien es general, ya que vamos perdiendo la conciencia de las acciones que realizamos, pueden ser altamente perjudiciales en el futuro, por pensar más en el presente. No paramos en pensar en el futuro de las siguientes generaciones, de la herencia que les estamos dejando. Por lo general, se suele dejar la tierra en buen estado para que los que vengan delante tenga una oportunidad para sembrar y cosechar su sustento. El problema radica en que cada vez existe menos tierra para cultivar, y no sabemos, o no queremos buscar otras alternativas para los que vengan después. Observamos a las nuevas generaciones, que cada vez están más apáticas, más desconcertadas, más deprimidas, y se preguntan porque tienen que vivir en un presente duro y un futuro, más bien, negro. Sin embargo, nosotros tuvimos los incentivos del estudio, de la ganas de superación, de la motivación de una nueva etapa llena de oportunidades y libertades. El resultado de los esfuerzos de nuestros progenitores. Algo habremos hecho mal, porque hemos condenadoa las siguientes generaciones a sufrir las consecuencias de nuestros pecados, que como todo pecado original, ellos tendrán que pagarlo, sin ser culpables de haberlo cometido…..