Revista Opinión

El pecado original de nacer varón

Publicado el 25 diciembre 2018 por Ildefonso67

El pecado original de nacer varón

Las luces y las sombras. Otra frase hecha, ya lo sé, que como tantas otras está en el repertorio de los balances que hacemos cada vez que un año se va terminando. Otra convención, como lo era la Nochebuena con Raphael -¡por los dioses, dónde estuvo anoche el monstruo de Linares!-

Hablando de luces, la que sin duda mejor ha alumbrado 2018 ha sido la reivindicación masiva de un mundo más justo, seguro y equitativo para las mujeres. No me voy a extender más sobre ello por lo obvio que resultaría, y yo ya soy obvio por mí mismo sin necesidad de potenciadores.

Sí quiero, en cambio, hacer una modesta reflexión sobre la sombra que precisamente la luz anterior ha proyectado sobre este año, y que ha dado lugar a una nueva forma de expresión discriminatoria entre homínidos, como si no tuviéramos bastante con las que ya llevábamos milenios alimentando.

Es verdad que en odios ya tradicionalmente cultivados hemos progresado bastante últimamente. Por ejemplo, contra los inmigrantes. En esta modalidad se ha avanzado tanto este año que incluso hemos conseguido llevarla hasta las urnas. La institucionalización de este racismo, tan nuestro como especie, la hemos bautizado Vox, que además es latín. Como ven, algo clásico, como Marco Antonio y Cleopatra, a la que anoche nos paseó por nuestro salones Telemadrid.

Precisamente en uno de los peajes publicitarios que íbamos pagando entre la mirada violeta de Elizabeth Taylor y la apostura de Richard Burton contemplé la enésima y más conseguida muestra del recién estrenado producto del odio entre seres humanos: la criminalización de la mitad de la población por razón de su sexo. 

Ciertamente, dirán ustedes que esto no es ninguna novedad, que este desprecio lleva siglos existiendo en relación a las mujeres. No les quitaré la razón. Sin embargo, en este caso la cacería se dirige al otro sexo (también dirán que ahora hablo, o escribo, cuando soy yo el señalado. Tampoco diré nada en mi descargo).

Tras asistir durante los últimos meses a numerosas declaraciones señalando mi maldad intrínseca por el hecho de haber nacido varón, la formulación expresa del pecado original de ir por la vida con el rabo entre las piernas la hizo ayer el canal público madrileño de televisión con su campaña “Ninguna mujer en la sombra”. Otra vez luces y sombra, ya lo ven.

El pecado original de nacer varón

En el anuncio (aquí campaña para su retirada) se muestran varias imágenes convencionales de unos bonitos dibujitos de hombres y mujeres compartiendo felices una cena, un paseo con un niño de la mano, una escena inocente de chico y chica sentados en un banco… El problema es que esas tiernas representaciones se desenmascaran en sus sombras mostrando la supuesta realidad ante la que los promotores de la campaña pretenden alertarnos: ellos son terribles monstruos que amenazan a sus compañeras, que se encogen aterrorizadas por el inminente peligro que las acecha.

Vamos, que los tíos somos unos malasombra. Los de Telemadrid han encendido la luz, le han enseñado a niñas y niños lo que se escondía tras el espejo, y de paso han añadido una página más a nuestro catálogo de polarización de ‘ismos’ que nos facilitan el odio y el desprecio hacia el resto de bípedos implumes que comparten con nosotros esta canica que gira alrededor del sol. Radicales libres. Un nuevo paso firme hacia la estupidez.

Odio a discreción. Para qué vamos a estar bien, pudiendo estar jodidos. Qué pereza todo, qué desilusión, qué pena que se nos haya despedido Rosendo Mercado de los escenarios, siempre loco por incordiar. En esto sí que me declaro culpable.

Feliz 2019.


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