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El pecho, de Philip Roth

Publicado el 24 febrero 2010 por Pablowski

“Empezó de una manera rara. Pero ¿habría podido empezar de otra manera, al margen de cómo empezara? Se ha dicho, claro está, que todo cuanto existe bajo el sol empieza de una manera  rara y acaba de una manera rara, y que es raro.”

El pecho, de Philip RothAsí, de este extraño e intrigante modo comienza su libro el novelista estadounidense de origen judío Philip Roth, galardonado con diversos premios como el Pulizter, la Medalla de Oro de Ficción o el National Book Award. Sin embargo, según avanzamos en la lectura, nos damos cuenta de que su protagonista no tardará mucho en revelar aquello que le ha sucedido y que le trae por el camino de la amargura. Un camino, por cierto, bastante absurdo y de lo más divertido en su recorrido.

David Kepesh, el protagonista de esta novela, sufre una metamorfosis. Se despierta un día convertido en un pecho femenino de una dimensión bastante considerable (setenta kilos). Lo cual le conduce por los diversos estadios de la aceptación o no aceptación de su nueva situación y el cambio. La obra analiza a través de situaciones de lo más inverosímiles asuntos como el deseo sexual, la armonía en pareja y la impotencia ante una situación que sobreviene irrazonable y que es más compleja de aceptar que la locura.

El pecho, de Philip Roth

Philip Roth

Con referentes explícitos como Kafka y Gogol, nos encontramos ante la incongruente tesitura de la transformación física de un profesor de Universidad en un momento vital estable y apacible, cuya supuesta felicidad se ve truncada por esta desgracia que supone convertirse en un seno de mujer que, por supuesto, carece de visión y movilidad, pero que por otra parte se comunica locuazmente con aquellos que le rodean. Es digno de destacar lo brillante del discurso a lo largo de la novela, cuyo patetismo en ciertas ocasiones nos conduce a la carcajada más despiadada para con el sufrimiento de nuestro protagonista, quien desesperadamente trata de comprender su situación analizando los motivos para convertirse en otra cosa, siendo esa cosa una glándula mamaria, y no pudiendo ceder a los instintos de la carne, que le llevan a un estado de exigencia perpetua de estimulación externa y frustración.

El Pecho es una lectura amena que desafía todo pronóstico. No es un libro en el que el autor tenga que hacer ningún aspaviento para entretenernos con un suceso misterioso y guiar al lector hasta el clima de suspense y su desenlace final. Es una obra en la que no importa realmente que sepamos lo que ha sucedido y no esperemos que suceda algo más alarmante. Extraordinariamente, el disfrute radica en el hecho de adentrarse en la conciencia desestructurada y sin duda perfectamente lúcida del sufrido protagonista, cuyo ingenio y efusividad nos transportan hasta la gratificación más consciente. Porque si no nos hablara del cambio, como finalmente y cerrando su obra hace a través del sensual poema de Rilke, toda falta de metamorfosis se transformaría en una suerte de pérdida definitiva o incluso, tal vez, la supresión de la vida, o lo que es lo mismo: la muerte.


El pecho, de Philip Roth

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