Soy optimista ante las adversidades. La vida me ha tratado regular pero muy bien en comparación con los que viven en otras latitudes. No puedo ni debo quejarme. No he vivido ninguna guerra, nunca me ha faltado comida, he podido trabajar, mantener a la familia, vivir bajo techo; en ese sentido he sido y soy un privilegiado. Cuando me comparo con mi entorno la cosa cambia un poco; las enfermedades y la muerte me han golpeado con rudeza... pero sigo vivo.
Con el paso de los años he intentado convertirme en un pediatra formado. He aprendido mucho y he dado de mí todo lo que podía. Como siempre dicen en los colegios de la mayoría de los alumnos: "podía haber hecho más", pero uno no puede estar siempre al 100%. Ahora me encuentro en una situación nueva con la Gran Depresión del 2009. Muchos de mis amigos y de mis pacientes están sin trabajo. Salvo algunos afortunados muchas familias viven precariamente y, a pesar de la recuperación económica del resto de Europa, cada día es más evidente el pozo en el que se está hundiendo nuestro país.
En la consulta, cada vez con más frecuencia, hago de pediatra kleenex; intento consolar, animar o ayudar a los que no tienen trabajo, se divorcian, se desesperan o tienen depresiones pero, a medida que pasa el tiempo creo que esta crisis es tan fuerte que durará hasta el 2025 tal como predijo un economista.
Mis cajas de kleenex, ¿existirán todavía?