Revista Sociedad

El pedigrí de la derecha

Publicado el 21 mayo 2013 por Abel Ros

La Ley Wert y la Reforma del Aborto llevan en su pedigrí los valores de los credos olvidados


El pedigrí de la derecha
esde que los fachas conquistaron con sus promesas incumplidas el feudo de la Moncloa, las sotanas franquistas han vuelto a tejer con sus agujas las alforjas de la política. La Ley Wert  y la Reforma del Aborto ponen de manifiesto la contradicción existente entre: el Estado Aconfesional - defendido en la Suprema - y la praxis jurídica que se cuece en el banco azul del Hemiciclo. En pleno siglo XXI, la racionalización del mundo y de la vida, el éxito de la ciencia y el desarrollo del capitalismo industrial,  no han vencido al poder que se esconde en los muros del Vaticano. Decía Caplow desde las aulas de Virginia que: "la mutua dependencia entre Iglesia y Estado en los países europeos, explica su mayor secularización con respecto a EEUU". A mayor atracción entre los sermones del convento y los discursos de la tribuna, más escepticismo cristiano en las alfombras urbanas.

En tiempos de República – decía esta mañana, el viejo camarada – los crucifijos, los rezos y las estampas se divorciaron por un instante de sus compañeros de viaje. La separación de poderes divinos y terrenales sirvió para que la secularización, proclamada en las raíces,  fuese una realidad en las sombras de sus renglones. La extinción del presupuesto al clero durante dos años; la disolución de la compañías de Jesús y la confiscación de sus bienes; la legalización del matrimonio civil y el divorcio; la secularización de los cementerios; la prohibición de la enseñanza a las órdenes religiosas; la sumisión de todas las órdenes religiosas a las leyes tributarias; la posibilidad de nacionalizar los bienes del clero y, la prohibición de exigencia de declaración oficial de creencias religiosas – entre otras medidas – materializaron con los hechos a las directrices del derecho. Hoy – sentenciaba el camarada – el Estado de Derecho se ha convertido en el mismo papel de fumar que utilizaban los tricornios, mientras caminaban por la rambla.

La Nueva Derecha – como así se conoce a los descendientes de Fraga en los paraninfos de  la izquierda – intenta recuperar para los suyos, una segunda parte descafeinada - faltaría más – del nacionalcatolicismo. La Ley Wert y las gallardonadas de Alberto llevan en su pedigrí los mismos valores retrógrados de los credos olvidados. Volvemos – cuánta razón tenía Jacinto – a las aulas del "Padre Nuestro", "el gracias a Díos" y "el no beses porque es pecado".  Las mismas pizarras y tizas que, durante cuarenta años, adoctrinaron a los "hijos de" en las tablas de la fe. La formula: menos filosofía y más creencias, invita al intelectual a vislumbrar en un futuro cercano los efectos de la LOMCE. Pasaremos – como diría Nostradamus –  de "los Ni-Ni de Zapatero" a los "Acri de Rajoy". Una masa de jóvenes y no tan jóvenes conformes con su sino y "acríticos" con su presente. Sin espíritu crítico, las ovejas de Cristo son más fáciles de pasear por los pastos de la política.

En tiempos de República: los crucifijos, los rezos y las estampas, se divorciaron por un instante de sus compañeros de viaje

El favor de la derecha a la Iglesia de Francisco no avivará la religiosidad pretendida. No la avivará, decía, porque, siguiendo las tesis de Caplow,  la fe no es una cuestión de imposición sino una sinrazón de voluntad. La crisis de vocaciones; el envejecimiento de los curas; el desprestigio del sacerdocio; la masculinización de las sotanas; la obligación del celibato y, la rigidez e inmovilidad para adaptarse a la moderna y cambiante cultura de masas, pone en evidencia las grietas que asoman en el jarrón de la Iglesia. 

En días como hoy, la Reforma Educativa y los "supuestos arreglos" a la Ley del Aborto son coherentes con el pedigrí de la derecha - los principios del Liberalismo Cristiano, en términos modernos-. Ahora bien, sendas medidas, tiran por la borda al idílico Estado de Derecho de los tiempos republicanos. El único fragmento histórico que no fue cosido con las agujas de los obispos.

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