Revista Cultura y Ocio
EL PENSADOR
En su lápida escribieron: "Habría que...", "Hay que...". Así pasó su vida Leandro Cortés,navegando sin rumbo por el oleaje veleidoso de los: "habría que hacer esto, hay que haceraquello...".
Uno de sus deleites favoritos fue siempre regalar consejos gratuitos, brindarle a la gente una pizca de su sapiencia natural. La vida es corta, decía, hay que vivirla al máximo, proyectos, planes idóneos para alcanzar la felicidad y el combustible necesario para que ésta no decayese. Pero aquellas palabras balsámicas jamás las aplicó para sí. Todo quedaba confinado en la cárcel del bosquejo, la idea original que se observa en el papel pero que nunca alcanza la perfección del hecho consumado. Leandro y sus proyectos quedaron fosilizados en la posibilidad fallida, en palabras que se lleva el viento, en unconglomerado de intenciones amarradas a su lengua vivaracha. Leandro fundó la ilusión de recorrer sin temor el camino de la vida, pero sus posaderas tenían demasiada querencia al mullido cuero de la butaca y los consejos los otorgaba desde aquel trono sedentario.
Murió Leandro viendo pasar la vida, quejándose por todos sus infortunios y maldiciendo entre dientes a quienes lograban las mieles de esa dicha de la que él tanto predicaba.
"Habría que hacer esto, habría que hacer aquello..."
La vida es corta Leandro, y de tanto predicar desde tu púlpito acabaron tus días grises, recordado como un falso mesías que nada sabía de la vida, excepto aquello que escribía en su diario de intenciones.