¡Hola, amig@s!
Volver a la literatura inglesa del XIX, sobre todo cuando ésta es uno de los puntales del bagaje literario de una, resulta siempre un placer. Vislumbrar los ecos del Romanticismo de las hermanas Brontë, de la novela gótica, del magistral trazado de los personajes de Dickens y de las historias de Collins, en una novela del siglo XXI es grato, muy grato, y casi diría emocionante.
José C. Vales, en su primera novela, El pensionado de Neuwelke, rinde homenaje a esta gran literatura y lo hace tomando como pretexto el célebre y documentado caso de "doppelgänger", que entre 1844 y 1846 tuvo lugar en el pensionado para señoritas cerca de Wolmar, antigua Livania y hoy Letonia. Y digo pretexto pues la atractiva y misteriosa historia de la bilocación de la institutriz Émilie Sagée no es más que la excusa que el autor ha escogido para construir esta estupenda novela decimonónica.
El pensionado para señoritas había sido fundado con mucha ilusión en 1829 por la señora Eveline Buch y su esposo Leónidas Buch con el fin de dar educación a las muchachas de la alta sociedad, excluidas del sistema educativo de la época. Actualmente el peso de la administración del colegio recae exclusivamente en el señor Buch al hallarse su esposa aquejada de una terrible enfermedad que la mantiene permanentemente confinada en sus habitaciones y sometida a terribles dolores.
Las lejanas y apartadas tierras de Wolmar son lugar de brumas, niebla, viento, frío húmedo, campos helados, largos inviernos,... Ahí se encuentra el enorme pensionado de piedra, grandes ventanales y numerosas chimeneas. Pero el edificio, el entorno, se ve temperado por el calor humano y el ambiente de camaradería y respeto entre los profesores- grupo armónico y variopinto-, de risas, arrebatos, juegos y estudio de las alumnas-, de trabajo y charla de los varios empleados, bajo un empleador justo y honrado como el señor Buch- Jonas Fou'fingers, el jardinero, personaje que abre y cierra la novela, se hace particularmente entrañable con su ternura disfrazada de tosquedad-, y el deambular del grupo de damas de compañía de algunas de las alumnas. Y para ser justos no deberíamos olvidarnos de Mr. Pickerton, el percherón de la casa, Odissán, el cómodo y enorme gato blanco y peludo, y los dos mastines, Words y Cole, cuyos nombres hacen referencia a los dos grandes poetas románticos ingleses, Wordsworth y Coleridge.
Y aquí llega, ya comenzado el curso, Émilie Sagée, institutriz francesa nacida en Dijon, una joven de treinta y dos años, sonriente, amable, educada, encantadora, pero con una maldición que le persigue y de la que nadie en Neuwelke sabe nada. Casi al mismo tiempo llega a Wolmar père Balkas, clérigo católico un tanto siniestro, en su misión de buscar demonios, "hasta sus más remotos y hediondos escondrijos".
Intuida la acción, presentados el entorno y los personajes en la primera parte, la segunda y la tercera se centrarán, como novela clásica al uso, el nudo y el desenlace de esta historia que, sin duda, os recomiendo. La historia es narrada por un personaje que conoce los hechos por boca de una de las testigos de los acontecimientos. Y la narración cuenta con un lenguaje con abundantes alusiones literarias y continuos guiños al lector, un estilo elegante y estudiado pero en absoluto recargado, y con un fino e irónico sentido del humor.
El pensionado de Neuwelke es una novela muy bien escrita, entretenida, que gustará a cualquier buen lector y desde luego hace las delicias de los amantes de la literatura decimonónica. Lo sobrenatural aquí es, a mi entender, un elemento secundario, y no es, desde luego, la esencia de la novela. Lo verdaderamente aterrador es algo más cercano y real: los celos, el rencor, el odio, la ignorancia, las habladurías, el miedo a lo diferente a lo desconocido, el fanatismo,... Estos son los verdaderos horrores, que solo pueden ser encarados y superados con bondad, compasión, generosidad y amor.
¡Gracias por vuestros comentarios! Nos leemos...
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