Me encontré con una entrevista a la filósofa Ana Carrasco en la que me llamó particularmente la atención estas declaraciones:
«Es verdad que todos los seres humanos somos vulnerables. Nadie negará tal cosa. Y todos experimentamos y padecemos el mal. Tampoco nadie lo negará. Pero la mujer (y los colectivos menos favorecidos) experimentan ese impacto de forma más expuesta y, lamentablemente, más inerme. No quiere decir esto que el mal no sea experimentado por todo ser humano (solo hay que pensar en las torturas militares en Irak, por poner un caso, en las que algunas militares son las victimarias y son los hombres las víctimas… y aquí sería también interesante analizar el porqué de este cambio de roles), sino que las formas más demenciales y crueles del mal, más perversas, con mayores ultrajes, con mayor ensañamiento, se han ejercido sobre la mujer, e incluso se han encarado con mayor indiferencia, se ha minimizando su importancia e incluso se ha cuestionado su gravedad.»Lo primero que se me vino a la mente es que al parecer Carrasco cuando habla de víctima sólo tenía en cuenta a los humanos. Cualquiera que haya estudiado la explotación animal habrá comprobado las innumerables formas de violencia que han padecido los no-humanos. Pero las otras víctimas que no son humanas no aparecen en su reflexión. Los otros individuos que no están catalogados en la especie humana ni siquiera son considerados víctimas. Eso es una manifestación del especismo.
Mi segundo pensamiento que no había evidencia de que las mujeres hubieran sufrido peores crueldades que los varones. Diría que su exposición incurre en una petición de principio. Afirmar que las mujeres han padecido peores abusos que los varones no demuestra que las mujeres hayan padecido perores abusos que los varones. De todos modos, no creo que eso sea el punto fundamental de la cuestión.
No contemplo el patriarcado como un sistema organizado de "los varones contra las mujeres" sino que entiendo que se trata de un sistema basado en los poderosos contra los débiles. En un sistema patriarcal, no sólo las mujeres son cosificadas y violentadas sino que también lo son los varones, y sólo cambia la forma en que son victimizados. Podría existir un matriarcado similarmente violento. El machismo no se trata de un problema intrínseco de los varones sino de un problema de mentalidad. que puede afectar a todos por igual. Muchas mujeres han apoyado entusiastamente el patriarcado.
Asimismo, en una sociedad basada en el antropocentrismo, los animales son cosificados y violentados, pero esto no se trata de un problema de "los humanos contra los animales" sino de los poderosos contra los débiles. Todas las opresiones siguen el mismo esquema.
De la misma manera que muchos varones rechazan el machismo y el patriarcado, muchos humanos rechazan el antropocentrismo y tratan de socavarlo en favor de una nueva relación moral entre humanos y animales que elimine la dominación humana. Así pues, no se trata de un problema intrínseco de los humanos sino que es un problema de mentalidad.
Algunos creen que la humanidad no aprende de sus errores. Quizás haya algo de verdad en esa creencia. No parece que hayamos aprendido mucho de la experiencia del racismo o del sexismo. No hemos comprendido que hacemos a los demás animales exactamente lo mismo que consideramos un crimen abyecto cuando las víctimas son seres humanos, y que lo intentamos justificar con las mismas falacias.
Cuando Nietzsche escribía que «quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti», pienso que quería expresar que aquellos que combaten determinadas ideas o sistemas pueden acabar incorporando o imitando inconscientemente aquello mismo que dicen combatir. El problema en las perspectivas que combaten determinada injusticia concreta siempre está en incurrir en el mismo error al que dicen oponerse.
Esa obsesión por lo peor es quizás el reflejo de nuestra mentalidad que no puede librarse de estar dominada por el concepto de jerarquía ni siquiera cuando denuncia opresiones basadas precisamente en la creencia de una jerarquía moral, como denunciaba el activista Bob Torres al señalar que "en el amplio espectro de la izquierda parecen dispuestos a aceptar lo que ellos consideran la jerarquía de las especies, mientras que a la vez trabajan por la desaparición de otras jerarquías —de clase, raza, género o incluso de nacionalidad".
Sustituimos una jerarquía de opresores por una jerarquía de víctimas, pero ni siquiera cuestionamos la misma noción de jerarquía. Por eso tal sería más apropiado seguir la sugerencia del profesor Gary Francione cuando declara que "el problema es de jerarquía. No es acertado promover una nueva jerarquía —los humanos y los grandes simios sobre los demás animales— en lugar de humanos sobre los demás animales. Deshagámonos de las jerarquías por completo."
Estoy en contra del presupuesto de que hay una jerarquía de males, pero siguiendo todavía ese criterio podría decir que el peor de los males es, quizás, el que disfrazamos como un bien, porque entonces hacemos el mal convencidos de hacer el bien, cuando no pensamos que nosotros podamos hacer el mal. Carrasco, al igual que la gran mayoría de la gente, está convencida de hacer el bien cuando discrimina entre víctimas humanas y cuando ignora a las víctimas que no son humanas. Es difícil que eso cambie mientras siga creyendo que es imposible, e impensable siquiera, que ella esté cometiendo la misma clase de mal que está denunciando.