…es, sin duda, empezar.
Supera ese instante y el resto vendrá solo.
Tu mono interior, tu inconsciente más primitivo, quiere protegerte.
· ¿Cómo vas a moverte sin necesidad alguna?
· ¿Acaso corres algún peligro, ahora mismo?
· ¿Que no te has enterado de que tienes la nevera llena?
· ¿Prevenir? ¿Eso qué es?
· ¿Malgastar energía sin motivo? ¡Venga ya!
Puedes hablar con él un momento, y explicarle que las condiciones en las que creció han cambiado y que, aunque aparentemente justo ahora no necesites moverte, a la larga no hacerlo será peor que hacerlo. De paso, le das las gracias por querer colaborar. Es parte de ti y gracias a él estás vivo, no lo dudes.
Y te pones en marcha.
Entre ese diálogo interno y el propio movimiento tu mono se calmará, porque enseguida empezará a disfrutar. El movimiento produce placer.
Y el peor momento de un entrenamiento, de una sesión de movimiento, habrá pasado.
¡A moverse!