Revista Política

'El Pepe'

Publicado el 24 marzo 2013 por Luih

Entrevista a Pepe Mujica, presidente de Uruguay.
Danilo Arbilla
Uruguay
El presidente uruguayo José Mujica, ex guerrillero tupamaro, de 78 años, casi que no necesita presentación: ya es más popular fuera que dentro de fronteras. En Uruguay, todos le conocen como “El Pepe“.
Para esta entrevista, citó al periodista en un bar de la periferia de Montevideo, en un barrio obrero, a donde llegó “con puntualidad tupamara”, según remarcó, sin ningún tipo de custodia.
La conversación, sin restricciones en cuanto a tiempo o tema, fue interrumpida varias veces por gente que se acercaba a sacarse fotos con “El Pepe“, para algunos menos “Señor Presidente“, tarea que cumplía el periodista, celulares en ristre.
La entrevista fue matizada, incluso, con la historia de un lustrabotas exboxeador que supo ser campeón “liviano“ en unos lejanos juegos panamericanos.
Lo siguiente es un resumen de la entrevista realizada al presidente Mujica en el Bar de Vida, en el popular barrio de Belvedere, en Montevideo.
-Su iniciativa de liberalizar la comercialización de la marihuana ha encontrado algunas dificultades.
- A los uruguayos les cuesta asumir que hemos tenido una explosión del delito cuando comenzó a masificarse el consumo de la “pasta base“, un producto residual del procesamiento de la cocaína, mucho más nocivo y letal, que en otros países, donde se conoce con otros nombres y que se vende a precios miserables. En el país tenemos miles de presos producto del tráfico de esta inmundicia y han aparecido los delitos “por ajustes de cuentas“. Porque a la gente que no paga no le mandan los abogados para cobrar. No le hacen un pleito. Le pegan un tiro. Eso era desconocido en el Uruguay.
En lo que me es personal no me importa tanto la drogadicción; esto es, no es que no me importe: es una enfermedad y como tal hay que tratarla y es manejable en una sociedad. Lo que es intolerable es el narcotráfico. Lo que nosotros levantamos como tesis es que este problema encarado por la vía policial y de la represión sigue estancado, sin solución. Tenemos más presos, gastamos más dinero, es un cuento de nunca acabar y el problema se multiplica en las calles.
Vamos a tratar de arrebatarles el mercado. Vamos a combatirlos quitándoles un poco del mercado. Porque en definitiva se trata de un negocio. Tienen el usufructo de un monopolio y como el Estado los persigue, lo hace de alto riesgo y eso hace subir el precio y entonces la ganancia es muy grande. La corrupción es muy grande. El consumidor se transforma en vendedor, hasta por necesidad. Es interminable.
Lo que queremos hacer con la marihuana no es legalizar el consumo, es regularlo. El consumo ya existe. Existe a espaldas nuestras.
La idea es tratar de regular el consumo. Primero entregar un producto si se quiere más noble. No joder tanto a la gente. Segundo identificar al consumidor y así cuando se esté pasando de la raya poder decirle: “M‘hijito vamos a tratarnos porque por ahí la cosa va mal”. Tercero combatir, con más efectividad, todas las otras drogas.
No es que crea que la marihuana sea buena. Ni la estamos defendiendo. Cualquier adicción es mala. Salvo la del amor. Las demás son todas condenables.
-En el Parlamento se barajan algunas otras soluciones alternativas.
- Yo no sé que va a hacer el Parlamento. Hay otras visiones como el autocultivo. Y yo no me opondría, pero el tema es cómo se controla, para que no termine comercializándose fuera. Ese es el asunto, porque no podemos joder a los vecinos. Con el monopolio de la producción y la comercialización tenemos todo controlado. Lo que va a salir no sé, pero por lo menos se está discutiendo.
-También ha recibido críticas, dentro y fuera.
- Los que critican que den soluciones alternativas. Pero que sirvan. Por ahora, con lo que se hace, estamos perdiendo la guerra, y por lejos.
-Contrariamente a lo que hace la mayoría de sus colegas del continente y particularmente los de su línea política, usted no plantea la reelección...
- Porque yo soy uruguayo.
-¿Los uruguayos no son reeleccionistas?
- En todo caso tengo el perjuicio que tenemos los uruguayos, que ya viene de antes, de todos los partidos. No nos gusta el cesarismo. ¿Sabe qué? Yo soy republicano a muerte.
-Usted no veta leyes, tampoco la que legalizó el aborto sancionada por el Parlamento.
- Yo no veto leyes. Por la misma razón anterior. Lo dije siempre, aunque alguna vez tenga que mascar el freno,- y vaya que alguna vez me he tenido que tragar algunas decisiones aprobadas por el Parlamento- pero yo no veto una ley que aprueba el Parlamento, porque esta es la institución más representativa de la democracia.
-Pero. ¿está de acuerdo con la legalización del aborto?
- Yo lo del aborto lo estudié a la luz del sistema sueco y llegué a esta conclusión: cuál es el método más racional para salvar la mayor cantidad de vidas. Porque contra el aborto estamos todos. Ahora si a la mujer la dejamos sola, si no la atendemos, si no le damos apoyo, sobre todo si son gurisas (adolescentes) la cosa va mal. Mejor pongámoslas arriba de la mesa y tratemos de que reculen y apoyémoslas. Me parece que eso es mucho más inteligente, que prohibir. Claro, que desde el punto de vista de los principios sí puede ser condenable, pero desde el punto de vista de la praxis histórica, de lo que pasa, creo que se salvan mucho más vidas. Y esa es la razón por que me inclino por esta norma. Ahora la gente que opina lo contrario tiene razones muy profundas y conmovedoras. No es una discusión baladí. La puta.
-Un país pequeño como Uruguay, ¿estuvo bien en meterse tanto en el caso de la destitución del presidente (Fernando) Lugo, un asunto interno del Paraguay?
- Yo creo que había que meterse. Nos metimos cuando Correa. Nos metimos cuando Honduras. Yo creo que mañana nos podemos meter para defender a alguien que tenga otro signo ideológico. Vale la pena que quienes nos consideramos progresistas nos apropiemos de la defensa de la democracia, de esta institución considerada de carácter burgués, del liberalismo burgués, y así corregir un error histórico que habíamos cometido. Porque tenemos que defender esta democracia y hacer que funcione, hasta que quizá algún día encontremos algo mejor. Lo de Paraguay podrá haber parecido como un acto intervencionista, pero fue muy poco lo que le pedimos; le pedimos apenas las mínimas garantías elementales del debido proceso. No se puede echar a un presidente y no darle ni dos horas para defenderse. Ahora tenemos que estar atentos y que se cumpla el proceso electoral. Conseguimos además que no hubiera sanciones económicas. Hubo quienes las pidieron. Yo estoy por principio contra las sanciones económicas; ni para la izquierda, ni para la derecha ni para el centro. Nunca sirvieron para nada. El que se jode es el pueblo. Cuando la humanidad le aplicó sanciones a Mussolini, a Franco, a Fidel, los únicos que sufrieron fueron los pueblos. Esto también lo tengo bien claro.
¿Por qué no ha ido a Cuba? ¿ No lo han invitado?
- Fui. Pero cuando no era presidente.
- Me refería a ahora como presidente.
- En algún momento espero ir. Tal vez no les sea muy simpático del todo. Porque soy medio libertario. Tengo mi manera de pensar, yo no pienso con el sentido del partido único, soy socialista pero mucho más autogestionante, mucho menos estatista. Y bueno, todo esto puede generar que no simpaticen mucho conmigo, pero yo los quiero pila.
Que no simpatice quién, ¿Fidel?
- No, Fidel está más allá del bien y del mal.
-¿Va a ir a España y al País Vasco?
- Seguramente a fines de mayo próximo. Quiero conocer el País Vasco y si no aprovecho ahora me voy a morir y no lo voy a conocer.
-Hay un pueblo, Mujica...
- Si, de por ahí venimos.
-Además, ahora la ETA está en la legalidad
- Esos sí que son duros.
-Los tupamaros también eran duros.
- Pero no tanto.
-Se dice que usted está más cerca del Pacífico que del Atlántico.
- No. Mi tesis es la siguiente. El Pacífico va a ser el mar del futuro. Lo que está pasando en Asia es irreversible. Es una región que va a ser determinante en el mundo que viene. Si nosotros nos alejamos deliberadamente, no nos van a venir a buscar y menos influencia vamos a tener. Son espacios que no hay que dejar libres. Y no hablo de Uruguay. Uruguay no importa, no cuenta. Pero Uruguay está jugando su carta diplomática diciéndoles a los grandes de la región que hay que ir para allá. Diciéndoselo a Brasil y a Argentina... fundamentalmente a Brasil, un país de dimensiones colosales y con aspiraciones de liderazgo. Pero si quiere capitanear la región no puede ni debe renunciar al Pacífico. Los países grandes a veces tiene un problema y es que tienden a mirar demasiado para adentro. No asumen, les cuesta asumir la responsabilidad que tienen para afuera. Y Brasil es muy importante pero sin la “barra“ no es tan importante y por supuesto que “la barra“ sin Brasil es menos.
-¿Usted ha hablado con la presidenta Dilma (Rousseff) sobre eso?
-Claro que lo hablo y lo hablo con claridad. Nosotros asumimos una posición buscando que sea la del Mercosur. Este no es un fenómeno ajeno, es un fenómeno nuestro. ¿Qué éxito tengo? No sé.
-¿Cómo está con (Barack) Obama?
-Con él hable una sola vez en la vida. Pero creo que bastante bien.
-¿Va a ir a los EEUU?
-Si me invitan voy. La decisión es de ellos. En Uruguay han colocado a una señora diplomática.
-Cuando era joven, estuvo de visita en la URSS y según dicen volvió algo desengañado.
-Fue en la época de Nikita Krushov. Yo estaba muy cerca del Partido Comunista en esa época. Me llevaron a un hotel de lujo. Pero de un lujo asiático, lo cual, es decir... porque ese es el lujo, porque el lujo de occidente es berreta al lado del lujo asiático. Y entonces me pregunté: ¿y esto qué tiene que ver con la revolución del proletariado? Y empecé a mirar. Y no me gustó lo que vi. No me gustó el reparto. No me gustó cómo vivía la gente. Y después fui a Armenia y habían uruguayos que se habían ido para allá y para hablar con ellos tenía que salir del hotel. Y fui a una fábrica de motores y ahí pude saber otras muchas cosas por lo que me decían los trabajadores con el lenguaje de los ojos, que es universal; y lo que supe no era lo que yo soñaba.
-Supongamos que Cristina Fernández de Kirchner fuera candidata en Uruguay, creo que el único que la votaría sería usted.
- Yo creo que la cosa no es tan así. Pero el hecho sustantivo es que no va a ser candidata. Pero también le digo que al revés, si yo fuera candidato en la Argentina me votarían muchos. Es una lástima que no pueda ser candidato en la Argentina.
- El hecho sustantivo es que la mayoría de los uruguayos no parecen compartir su política con respecto a Argentina.
- Lo que pasa es que yo tengo que mirar en función de lo que le conviene a la sociedad por la cual estoy luchando. No son mis sentimientos los que tienen que gobernar mis decisiones. Tengo que hacer aquello que pueda ayudar a que mi gente tenga más trabajo. Si fuera por mis sentimientos, mama mía. Pero ¿qué hago con la Argentina? ¿Le declaro la guerra? ¿Rompo relaciones? ¿Le pincho un ojo? ¿Qué hago? Los países no se mudan. Yo trato de tener una política que me permita pellizcar lo que pueda, pensando en el trabajo de mi gente. Y a eso me remito. Los que no tienen responsabilidad de gobierno pueden hacer lo que quieran. Cuando nos peleamos con Perón y este nos cerró la canilla, aquí solo vino la langosta, y lo pasamos mal. Yo no quiero eso.
-Dicen que el discurso que pronunció en la Cumbre de Río más 20, ha recibido más de un millón y medio de visitantes en la web.
- No sé, puede ser. No los conté ni voy a salir a contarlos. Aunque creo que dije que ser feliz es fácil y en eso estoy absolutamente en minoría porque la sociedad va por otro lado. Pero yo sí creo que uno es feliz con poco. Y no es una apología de la pobreza lo que hago, sino de la sobriedad, de la austeridad. Yo apuesto a renunciar a cosas para tener más tiempo. Tiempo para vivir, para ser feliz. Porque en una de esas a usted le gusta pescar, o le gusta escuchar música, o jugar al truco (juego de cartas muy popular en el Río de la Plata), o estar con los amigos y para eso se necesita tiempo. Como se necesita tiempo para el amor. Ahora, si usted va a vivir para trabajar y para consumir y va a dedicar todo el tiempo a trabajar y consumir y pagar cuentas, es una condena de vida. Hace rato que pienso así, porque para mí los años que pasé en el calabozo, y logré sobrevivir, me son intransferibles. Después de eso con poca cosa soy un hombre rico. Pobre del que quiere mucho.Editado en Neiba, Cabecera de la Provincia Bahoruco, República Dominicana.


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