Como conté hace unos días, Alejandro murió con poco más de tres años y sus familiares sospechan de la vacuna de la varicela Varivax pues se la pusieron al mediodía y el niño falleció de madrugada. Un juez investiga ahora si hay relación entre la inmunización del pequeño y su fallecimiento. Pero no podemos olvidar que la muerte de Alejandro tiene un contexto claro: la exitosa campaña de lobby que el fabricante de ese tratamiento ha llevado a cabo para ampliar su mercado a la infancia.
En España, la vacuna de la varicela se recomendaba, hasta hace muy poco, a los doce años de edad si no se había pasado de manera natural la enfermedad. Pero al parecer, a la entente de laboratorios productores de Varivax, Sanofi Pasteur MSD, no le parecía suficiente eso e intentó, como escribo, con éxito, que se pusiera prácticamente al nacer, como se hace ahora.
Las autoridades sanitarias estaban haciendo lo correcto, intentar impedir el sobreuso que estaba haciéndose de Varivax pero los laboratorios fabricantes decidieron que eso era una injerencia en sus negocios y pusieron una demanda en los tribunales a Sanidad.
En efecto, en septiembre de 2013 la Agencia Española de Medicamentos había bloqueado la venta de la vacuna de la varicela marca Varivax, fabricada por el laboratorio Sanofi Pasteur Merck, Sharp and Dohme (MSD).
La decisión de las autoridades sanitarias españolas se debió al abuso que estaba produciéndose pues el calendario vacunal oficial la incluía a los 12 años (una sola dosis) [excepto en Madrid, Navarra y Ceuta y Melilla] y estaba empleándose en privado en dos dosis en la primera infancia (primera dosis entre los 12 y 15 meses y segunda dosis entre los 2 y 3 años).
Inyectarla antes de los doce años (cosa que no ocurre en la mayor parte de países europeos) es contraproducente pues aumentan los casos de herpes zóster.
Desde entonces las presiones se sucedieron y culminaron en un recurso contencioso-administrativo presentado por la farmacéutica contra el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad por impedir la venta libre en las oficinas de farmacia de su vacuna.
Existe un uso irracional de esta vacuna por razones comerciales y Sanidad actuó siguiendo las recomendaciones oficiales (generosas al incluir en los calendarios una vacuna con importantes lagunas).
Tras la decisión de Sanidad, algunas sociedades autodenominadas científicas salieron en ayuda del laboratorio (en general las que mantiene claros conflictos de interés con el fabricante). Otras defendieron la racionalidad pues consideraban que aplicar esta inmunización a los doce años (si la enfermedad no se ha pasado) era lo que desde el punto de vista científico estaba probado como positivo.
Los médicos del Colegio de Valencia, por ejemplo, hicieron marketing del miedo para el laboratorio. El Mundo titulaba: Los médicos exigen la vacuna de la varicela para evitar el estraperlo.
Ni que estuviéramos en guerra y escaseasen alimentos y medicinas imprescindibles (¿esta lo es?).
Y sí hubo una guerra, la que ha abrió el fabricante de Varivax contra Sanidad y la sociedad (su objetivo obviamente es que se vacune el 100% de la población que da más dinero que vacunar sólo a quienes han cumplido 12 años y cumplen los requisitos anunciados).
Una guerra que libró batallas como la de Francisco Salmerón, ex director del Área de Vacunas y Productos Biotecnológicos de la Agencia de Medicamentos que llegó a estar de juicios porque entendió que la AEMPS le había hecho mobbing (maltrato laboral) al relegarle a un puesto muy alejado de su nivel profesional por haber sido crítico con el adelanto de la edad de vacunación contra la varicela. Al final le cesaron.
Salmerón denunció “todo tipo de recursos” empleados por el fabricante de Varivax para conseguir que la Administración diera marcha atrás en su decisión de proteger la salud ciudadana.
Sanofi amenazó a Salmerón:
Me advirtieron que me perseguirían por las vías penal y administrativa disciplinaria si la agencia oficial no rectificaba la decisión de bloquear la venta de la vacuna de la varicela en las farmacias”.
Alejandro.
Hubo también guerra entre médicos como contaba más arriba pues por ejemplo, los de No Gracias documentaron la “conexión comercial” del lobby de los pediatras, la Asociación Española de Pediatría, tan bien relacionada con Sanofi y en general casi todos los fabricantes de vacunas.
En toda guerra hay muertes y puede que el pequeño Alejandro fuese una de ellas. El niño estaba sano y aunque ya es imposible comprobarlo, quizá llegase a los doce sin padecer la varicela y sus padres, pensando que era lo mejor para él, decidiesen acudir a vacunarle.
O a lo mejor hubiese pasado de manera natural la enfermedad, como yo mismo y tantos de quienes leéis esto y no hubiese hecho falta vacunarle.
Me pregunto qué impacto estará teniendo la decisión de Sanofi Pasteur Merck, Sharp and Dohme (MSD) y quienes cedieron a sus deseos crematísticos, en la salud pública. ¿Será la muerte de Alejandro la única producida por graves reacciones adversas a la vacuna Varivax? ¿Se habrán registrado más daños en otros bebés y niños?
Al final, si es que existe final en todo esto, nos quedamos con la idea de que Sanofi desarrolló una brutal campaña de lobby, como describo en un post titulado El lobby de la vacuna de la varicela triunfa sobre la Salud Pública y la farmacéutica consiguió lo que quería, la vacuna volvió a las farmacias y el pelotazo económico se ha consumado. Ojalá Alejandro sea un “hecho aislado”.