Myanmar trata de dirigirse, aunque sea con paso lento, incierto y cansado, hacia una democracia real. Pero el viaje es demasiado dificultoso porque lleva en los hombros una dura carga rebosante de pobreza, masacres, torturas, conflictos étnicos y represión de la que parece imposible terminar de librarse. Dubitativa incluso acerca de cómo se ha de llamar, si Birmania o Myanmar, sigue agitándose con ganas de quitar el disfraz y derrocar de verdad a los militares que se esconden en el gobierno, tras sus falsas vestiduras de civiles, para seguir ejerciendo así su poder. Al menos ahora, su apertura parcial al turismo parece infundirle algo más de visibilidad de cara al resto del mundo, que empieza a escuchar a hablar con más frecuencia de este país asiático estancado hasta hace poco en el tiempo. Sin embargo, a pesar de los avances, una gran parte del territorio continúa descalzo y con los pies hundidos en el barro.
Y en medio de los disturbios políticos, pero lamentablemente no al margen, está la población infantil de Myanmar. Hacia los más pequeños quiero dirigir la mirada porque ellos son el futuro para sacar al país del pozo donde se encuentra. Obviamente no llegan a las próximas elecciones del 2015, donde se fantasea con obtener la ansiada democracia real en unos comicios que no sean fraudulentos, pero sí representan la esperanza. Seamos sinceros, en un lugar donde los derechos humanos siguen siendo todavía pisoteados y los problemas se les multiplican, los niños lo tienen bastante complicado, pero no imposible.
Uno de los problemas a los que se enfrentan es la educación. A pesar de ser obligatoria entre los cinco y los diez años, según UNICEF menos del 50% consigue terminar la escuela primaria. Aunque en teoría el acceso es gratuito, los sueldos de los profesores de los colegios públicos son tan míseros que, en ocasiones, terminan reclamando cuotas a los padres. Cuando éstos no pueden pagar, la situación se resuelve o bien con la marcha del docente en busca de otra fuente de ingresos, o bien con los pequeños enviados a pedir limosna o a trabajar.
En junio de 2012, el Gobierno birmano y la ONU firmaron un acuerdo destinado a frenar el reclutamiento de niños soldados, así como a liberar y reinsertar a los que aún estaban en las filas del ejército, conocido bajo el nombre de Tatmadaw, o en manos de diferentes grupos armados y guerrillas étnicas. Desde esa fecha, según afirma la ONG Child Soldiers International, alrededor de 176 menores han sido devueltos a sus hogares, sin embargo, no se ha detenido del todo esta nefasta práctica. Aún existen zonas donde, mediante el engaño, la coacción o la fuerza, se separa a los niños de sus familias para ponerles un fusil en la mano, someterles a duros entrenamientos y aleccionarles en el uso de la violencia para luchar contra causas que ellos seguramente nunca comprendan.
Más de medio millón de personas, de los cuales un tercio son menores, se han visto obligadas, por la pobreza y los conflictos armados, a abandonar sus hogares y desplazarse a otras zonas del país, la mayor parte en la Birmania Oriental. Aquí la situación es especialmente delicada porque los más pequeños conviven con el VIH, la tuberculosis, la malaria y la malnutrición; factores que contribuyen a que uno de cada cinco niños muera antes de cumplir los cinco años de edad. La frontera con Tailandia acoge nueve campos de refugiados donde intentan sobrevivir a diario alrededor de 160.000 birmanos, muchos de ellos terminan siendo mano de obra barata para ese país.
Afortunadamente, hay muchas personas concienciadas con la situación de vulnerabilidad de los niños en Myanmar y es muy sencillo colaborar con ellas para minimizar esta infame situación y contribuir a un futuro mejor para todos estos pequeños. Son muchas las organizaciones no gubernamentales que se dedican a trabajar en pro de esta causa, pero aquí os dejo la labor que hacen los españoles de Colabora Birmania afincados en la ciudad tailandesa de Mae Sot . Si viajas allí no dudes en contactar con ellos para ayudar en alguno de los ocho proyectos solidarios que llevan a cabo, pero desde aquí también puedes contribuir a dibujar más sonrisas como estasllenas de esperanza
Tan fácil como contribuir al proyecto solidario El Viaje, creado por 18 viajeros que te llevan a recorrer el mundo a través de un libro con las 185 fotografías que han ido tomando por los 74 países que han pisado. Todo el dinero que recauden irá destinado a apoyar la labor de Colabora Birmania y además tú, como mecenas del proyecta, te llevas a casa como mínimo una versión digital del libro. Así desde luego no hay excusa para no contribuir a mejorar la situación de la infancia en Myamar.
A lo largo de mis viajes, me he dado cuenta que uno de los recuerdos más especiales que siempre me he traído en la mochila es la sonrisa de un niño. De Bagan me traje la de esa chiquilla que ayudaba a sus padres en un puesto de fruta en un pueblo perdido en Bagan. Ayuda tú ahora a que haya muchas más.