El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero se ha quedado en pequeño Zapatero al unirse a su exministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y a José Bono, como conseguidor de negocios en algunas dictaduras y en dudosas democracias.
Quizás a la larga sea positiva su mediación a favor de empresas españolas en países como Guinea Ecuatorial, Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia, pero esa labor destruye la idea de que siempre actuó en favor de los derechos humanos y no en el de los grandes negocios.
Aunque sea negativa para el Gobierno de Rajoy y vaya contra los intereses generales de la política actual española, exterior e interior.
En cualquier caso: Moratinos mantenía una relación aún no aclarada con el pequeño Nicolás, el veinteañero y supuesto defraudador Francisco Nicolás Gómez Iglesias, personaje con acceso a personalidades públicas y privadas del import-export, que dicen los del negocio.
El pequeño Nicolás consta en documentos judiciales como intermediario de inversores que creían en su influencia.
Les prometió facilitarles negocios hosteleros, de bienes raíces e industriales en países como Guinea Ecuatorial, bajo la dictadura de Teodoro Obiang visitada reciente y discretamente por Zapatero y Bono junto al propio Moratinos; y no parece que para hablar de democracia.
En su viaje con Moratinos la semana pasada a Cuba, Zapatero se entrevistó con el jefe de la dictadura, Raúl Castro, pero también, y más ampliamente, con Antonio Carricarte, el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera.
Gestiones así de los expolíticos, que podrían ser útiles para las empresas españolas y sus trabajadores, no suelen hacerse “gratis et amore”, sino a cambio de comisiones; legales si se declaran a Hacienda.
Pero para que estas comisiones pudieran medio aprobarse, incluso con dictaduras –todos negocian con ellas--, deberían presentarse como acciones de lobbies registrados ante la Comisión Europea, mientras no exista el registro parlamentario español.
Entre tanto, las mediaciones de Zapatero lo convierten en otro pequeño Nicolás, aunque siempre lo fue. Dice Félix de Azúa que ha sido el peor gobernante de España desde Fernando VII.
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SALAS