La 56 edición de la Seminci ha apostado en la Sección Oficial por apoyar a nuevos directores y en este primer día se ha presentado El Perfecto Desconocido, ópera prima del mallorquín Toni Bestard.
A un click, la crítica completa.Rodada en catalán, castellano e inglés, El Perfecto Desconocido es un retrato, en su superficie, costumbrista de un pueblo pequeño de las montañas mallorquinas. Esta estampa se combina con el suspense, que rige el film desde el principio hasta el fin y en el que en el desenlace, todas las piezas del puzzle encajan. Hay que ser pacientes con el relato e ir adentrándose con cautela en las vidas de los escasos habitantes del lugar, que destacan por su falta de comunicación entre ellos. A través del personaje principal, interpretado por Colm Meany, ese irlandés que se instala casi furtivamente en lo que era la antigua tienda del municipio, el espectador va siendo partícipe de la incomunicación y de como la Torre de Babel coexiste y se hace entender. Junto al extranjero Marc O’Realy, las dos figuras que le complementan son los jóvenes y analfabetos emocionales Biel y Celia, que convierten todo en un cuento de amistad. Nada es fácil en esta película y todas sus figuras tienen un pequeño lado oscuro, que al final se queda ahí, sin ir más allá. Pese a que prevalecen el enigma y el drama hay momentos muy lúcidos de humor absurdo, que consiguen hacer reír, en medio de todo el entramado. Esto aligera la cinta y su peso psicológico, a veces un poco duro. Los dos vecinos de la localidad que más fácil hacen soltar la risa son los ejercidos por la “sufrida” Ana Wagener y el “graciosillo” Carlos Santos, ambos con dos papeles secundarios muy bien resueltos.No es un mal comienzo para un realizador y aunque haya muchos planos de claridad y bello paisaje, al discurso de Bestard le falta un poco de luz, que puede que vaya encontrando en posibles futuros largometrajes.
Artículo de Elena Echave