Ahí estaba Ringo, sentado en la banqueta de alguna calle cualquiera, esperando a que a un descuidado se le cayera un pedazo de torta o tirara la mitad de su tercer jocho, de esos dé a quince.
Era medio día, ya comenzaba el calor y sentía una sed de perros, la lengua le escurría profusamente. Miro a su alrededor pero no alcanzaba a ver ni un miserable charco, todos se habían evaporado.
Caminando un poco, y jadeándole la falda y el pantalón a cada persona que pasaba por el lugar, se le acerco una muchacha compadecida.
―Húy… Ternurita― Le dijo la chica a ringo― ¿tienes mucha sed?― le pregunto, mientras que de su bolsa sacaba una botella con agua y la comenzó a verter, chorro a chorrito en el hocico de Ringo, este no pudo contener la felicidad y la expresó con fuertes sacudidas de cola.
― ¡Qué bonito esta tu perro!― exclamo la voz de un hombre a sus espaldas, provocando que Ringo y la chica voltearon con curiosidad.
―no es mío―contesto la chica― solo note que tenía sed y le di un poco de agua.
― ¡Ha que buena onda eres!― comento el ― me gustan las chicas como tu ¿sabes?, me llamo Samuel―.
―ha… hola, yo soy Susana― respondió ella algo consternada.
Ringo, que en ese momento se sintió relegado soltó unos ladridos y Susana volteo melosa diciéndole ― ¡Huy que te pasa hermosa criaturita, mi vida!
En ese momento Samuel aprovecho para coquetearle un poco más y le dijo ― ¿sabes? me gustan mucho las chicas como tú, que son buenas con los animales, ¡sobre todo con los perros!
― ¡No me digas!― sonó la voz de otra mujer detrás de el― ¡púes si se nota que te gusta andar de perro! ―
―Al darse la vuelta, Samuel reconoció de inmediato a su cita de la tarde. ― ¡Gloria!― exclamo este― ¡No es lo que tú estás pensando, no te esperaba tan temprano!
― ¡Pues fíjate que me quede de ver con mi hermanita Susana!, si, la chica a la que le gustan los animales, ¡pero déjame decirte que no le gustan todos he! y ya nos vamos a ir a dar la vuelta, y mientras tanto tú puedes hacer otra cosa, y te vas a quedar como el perro de las dos tortas, nada más mirando, así que adiós Samuelito.
Susana y Gloria se alejaron con Ringo acompañándoles, mientras, Samuel se quedaba solo musitando ― ¡maldito perro suertudo!