Revista Insólito

El perro Sully viaja con el féretro de George Bush a Washington

Publicado el 03 diciembre 2018 por Buscandosonido @buscandosonido

Un perro de nombre Sully H.W Bush, que acompañó al fallecido expresidente de los Estados Unidos George Bush (padre), viaja a bordeo del avión presidencial junto al féretro con rumbo a Washington donde se hará un homenaje nacional. Sully acompañará al exmandatario en su última misión.

La fotografía, que se hizo viral en redes sociales, de Sully frente al féretro de Bush fue compartida por el portavoz del expresidente, Jim McGrath en sus cuentas de redes sociales y lo acompañó con el texto “Misión Cumplida”. La fotografía conmovió a los internautas.

De acuerdo con medios internacionales, Sully es un perro de ayuda altamente entrenado capaz de contestar el teléfono, recoger objetos, entre otros por una organización de caridad que ofrece perros de ayuda a veteranos, militares en activo e integrantes de los servicios de emergencia. Sully llegó con Bush a inicios de año luego de que la esposa de Bush, Barbara Bush, falleciera.

Sully regresará al servicio para ayudar a otros veteranos al centro médico milital Walter Reed “Aunque nuestra familia extrañará mucho a este perro, nos conforta saber que él llevará la misma alegría a su nuevo hogar, Walter Reed, que la que le dio al (presidente) 41”, escribió el hijo de Bush, también expresidente de los Estados Unidos, George Bush.

Homenaje nacional para George Bush

El homenaje nacional para George Herbert Walker Bush, el expresidente estadounidense fallecido el viernes a los 94 años, comienza este lunes con la transferencia de su ataúd de Texas a Washington a bordo del avión presidencial, ofrecido por Donald Trump para la ocasión.

Al igual que Gerald Ford (2006), Ronald Reagan (2004) o Richard Nixon (1994) antes que él, el 41º presidente estadounidense será enterrado según el protocolo de funerales del Estado, organizado con precisión militar por la fuerza del Pentágono a cargo de la protección de la capital.

El republicano George H. W. Bush había dicho que no votó por Trump en 2016 y lo tachó de “pretencioso”, pero el actual inquilino de la Casa Blanca tiene la intención de rendirle todos los honores. Pidió que el Boeing 747 presidencial, apodado Air Force One cuando el mandatario está a bordo, vaya a buscar el ataúd en Texas para llevarlo de regreso a Washington.

George W. Bush, hijo del difunto y también expresidente, y otros familiares deben viajar a bordo del avión presidencial, así como el fiel perro de asistencia del fallecido exmandatario, el labrador Sully.

El ataúd se exhibirá en una capilla ardiente bajo la cúpula del Capitolio a partir del lunes por la noche. Una guardia de honor vigilará el féretro continuamente durante más de 37 horas, día y noche.

El miércoles, día del duelo nacional, los funerales se llevarán a cabo en la Catedral Nacional, en Washington, como fue el caso de Eisenhower, Reagan y Ford.

El presidente Trump estará presente, al igual que Michelle Obama, que anunció la postergación de la promoción de su libro en Europa, y del ex primer ministro canadiense Brian Mulroney, que pronunciará un elogio fúnebre, según el sitio Politico.

Entonces volverá a casa, en Texas. Después de otro servicio fúnebre en la iglesia episcopal de Saint Martin en Houston, un tren llevará el ataúd al campus de la Universidad de Texas A&M, donde se encuentra la Biblioteca Presidencial George Bush, detrás de la cual será enterrado junto a Barbara, su esposa, que murió en abril, y Robin, su hija, que murió de leucemia a los 3 años.

Ultimas palabras

“No estaba listo para morir cuando falleció Barbara”, dijo su mejor amigo James Baker, quien fue su secretario de Estado, el domingo en CNN.

El nonagenario, que padecía una forma de enfermedad de Parkinson que lo postró en una silla de ruedas, había querido pasar el verano en Maine, Kennebunkport, como era hábito. “Pero cuando regresó a Houston estaba más o menos listo para irse, su calidad de vida se había deteriorado mucho”, agregó Baker.

El viernes por la mañana, James Baker lo visitó. “¿A dónde vamos, Bake?”, preguntó el expresidente. “Al cielo”, respondió.

“Bueno, ahí es donde quiero ir”.


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