La dura campaña electoral catalana ya finalizó para que por fin la ciudadanía pueda pronunciarse en las urnas. Esta no ha sido una campaña ni serán unas elecciones a la Genralitat igual a las precedentes, pues según parece los ciudadanos de Catalunya van a decidir algo más que la composición de su parlamento y de quien será el futuro presidente de esta tierra.
Estas elecciones no será igual que el resto pues ese prestidigitador y maestro del despiste que es el actual presidente de la Genralitat, el Molt Honorable Artur Más, un buen día decidió que, a falta de contar con la aprobación del estado para someter a referéndum el derecho de Catalunya a decidir sobre su futuro como país, estos comicios tendrían un carácter plebiscitario y en función del número de escaños que ocupasen los partidos independentistas declararía de manera unilateral la independencia de Catalunya (algo no demasiado democrático si tenemos en cuenta que la ley electoral española no le da un mismo valor a los votos emitidos en las cuatro provincias).
Pero al margen de lo que se puede decidir en estas elecciones, o no, ha quedado en evidencia que de normales poco tienen y no sólo por el desafío soberanista de los partidos independentistas sino por la aparente manipulación a la que unos y otros nos han querido someter durante la campaña.
Ha sido la campaña del miedo, de la manipulación y de la descalificación. Se han dicho tantas cosas y se han dado tantos argumentos sobre los pros y los contras de una hipotética independencia, y en la mayoría de los casos utilizando hipótesis descabelladas y mentiras de difícil credibilidad que uno ya comienza a estar hasta las mismas narices de que nos manipulen y nos tomen por tontos.
Y tal vez la mentira más grande aun esté por llegar, porque no sería descabellado pensar que los planes del president de la Generalitat, sin que estos se hayan hecho públicos, vayan en función de que los partidos soberanistas obtengan un mínimo de 90 escaños, que son los dos tercios de la cámara necesarios para impulsar reformas tan importantes como la del estatut o aprobar un ley electoral catalana y garantizarían un número de votantes superior a la mitad de la población catalana con derecho a votar, 5.510.713 personas, algo que realmente legitimaría una posible independencia. Por mucho que los posibles votantes de la plataforma “Junts pel Sí” se hayan hecho la ilusión de que estas elecciones convertirán a Catalunya en un nuevo estado, y que esto se logrará con obtener la mayoría de escaños (68), yo de ellos no pondría las manos en el fuego y más sabiendo como se las gasta el sr. Mas. Porque este servidor aun recuerda como el parlament catalán, con los votos de CiU y el PP, negó el apoyo al derecho de autodeterminación de palestinos, kurdos y saharauis en el año 2014 (http://www.europapress.es/parlamento-catalan-rechaza-derecho-autodeterminacion-palestinos-kurdos-saharauis).
En fin, que cada cual vote a quien quiera, pero que no nos vendan milongas y aprendamos a ser más críticos, no tiene sentido creerse todo lo que venga del lado que a uno le interesa sin contrastarlo a la vez que no se le quiere dar veracidad a aquella información que atenta contra nuestros ideales y quienes los representan.
Aunque seguramente, como se suele decir, el pescado ya está todo vendido. Sólo falta esperar a la noche de mañana y ver que ha decidido el pueblo catalán. Pero lo que es innegable es que el sol seguirá saliendo.
MSNoferini